Charo Zarzalejos – Vigilancia en la noche


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

La brutal paliza que ha llevado al joven Alvaro Ussia a la muerte ha hecho saltar las alarmas. La noche madrileña, la de los más jóvenes, se ha conmovido. Antes, hace unos meses murió en circunstancias similares un joven marroquí en un local situado en la periferia de Madrid. No tuvo el eco que ha tenido la muerte de Alvaro. Ambas igual de injustas y ambas en la noche, esa noche que ahora y siempre ha tenido algo de especial para los jóvenes actuales y para los que no siendo tan jóvenes nos apasionaba como ahora apasiona a nuestros hijos. Algo tiene la noche.

Como en todas las capitales en donde hay un importante contingente de universitarios, se establecen recorridos, rutas en las que todos se encuentran y se sienten reconocidos en quienes les acompañan. En Madrid, el Balcón de Rosales es un local que forma parte de esa ruta que no aparece en ninguna guía pero que existe. En este local, como en otros muchos, los jóvenes se dan cita, muchos aseguran conocer al «puerta» por lo que sus amigos no deben albergar temor alguno porque «nos pasa». Es todo un ritual en el que se tejen complicidades o amistades efímeras pero es lo que tiene la noche.

Es lo que tiene hasta que todo se vuelve negro y sale a flote una agresividad, un afán por la fuerza que llega a estremecer y entonces la noche se hace añicos. Se vuelve negra y a golpe de decreto se trata de profesionalizar la vigilancia de la noche. Los sindicatos han criticado la iniciativa de la Comunidad de Madrid y es seguro que el decreto en cuestión puede ser mejorado, pero en todo caso mejor que se regule a que no se haga nada.

La muerte de Alvaro Ussia no es la única muerte que se produce en la noche madrileña. En lo que va de año se han producido unas sesenta porque resulta que hay a quienes les da por apuñalar a su acreedor de unos gramos de hachís o por resolver a tiros asuntos que tendrían solución con un acuerdo civilizado y todo ello sin hablar de la violencia de género.

Hablar de noche y de vigilancia parece una contradicción porque cuando acaba el día; es decir, los horarios, las prisas, las obligaciones, la noche se presenta , para los jóvenes y para los no tan jóvenes, como esa oportunidad de coger aire y andar si agobio, como el mejor momento para hablar con los demás o con uno mismo. La noche creo que tiene el encanto que produce unas horas de libertad, de leve transgresión. Pero la noche hay que vigilarla. Los que tenemos hijos y sabemos de la magia que tiene la noche contenemos el aliento cuando se van de casa y respiramos tranquilos cuando sabemos que han vuelto.

De la misma manera que la administración se ha implicado y con muy buen criterio en evitar accidentes de tráfico restringiendo el consumo de alcohol, la administración debe implicarse, hacer suya la obligación de que , aquellos locales que para funcionar requieren del correspondiente permiso oficial, sean espacios seguros. Lo que la administración no puede impedir es que una discoteca sortee una operación para aumentar el pecho. Afortunadamente el tal sorteo no se va a llevar a cabo pero no puede ser que un joven, español o marroquí, blanco o negro, acomodado o humilde sean apaleados y no se debe permitir que el reclamo sea una operación quirúrgica. Hacer de la noche algo vulgar y peligroso es echar a perder ese punto de misterio que tiene el final del día.

Charo Zarzalejos.

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