Francisco Muro de Iscar – Datos, mentiras y cintas de vídeo


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

La ventaja de las noticias económicas hoy es que la que conocemos en este momento es siempre mejor que la que nos va a llegar. Cada uno se consuela como puede. Según Le Monde, a la crisis financiera le ha seguido la crisis económica que es donde estamos ahora, y a estas dos les sigue la crisis social, con el crecimiento del número de desempleados, los posibles problemas de una inmigración sin el cobijo familiar de otros trabajadores, y, después, la crisis política. Algunos altos directivos alertan de que la profundidad de la depresión económica y la consiguiente crisis social pueden tener muy graves consecuencias con huelgas y movilizaciones sociales que pueden acabar en conflictos violentos. Y de ahí a la crisis política de quienes han ocultado la gravedad de la situación por razones partidistas, no saben gestionar la crisis ni son capaces de transmitir confianza apenas hay un paso.

Ayer tuve ocasión de asistir a una cena donde había pequeños y medianos empresarios, la mayoría con vocación de internacionalización, y representantes de la gran banca y del Gobierno, organizada por la revista «Moneda Unica». Uno de los objetivos era debatir sobre la crisis y dar la oportunidad a todos de ofrecer/encontrar un rayo de luz en un oscuro horizonte. La conclusión fue la contraria: estamos mal, pero es previsible que estemos mucho peor. No sólo se cree que las ayudas a las pymes, que son las que crean casi la totalidad del empleo, no llegan o van a llegar muy tarde, sino que el dinero de todos que el Gobierno ha liberado para que los bancos lo presten no llega a ciudadanos ni a empresarios. Son pocos los que se atreven a ir a un banco para pedir un crédito o una hipoteca, pero cuando van se encuentran que la ventanilla está cerrada salvo para aquellos que no ofrecen ni el más mínimo riesgo.

A la «burbuja inmobiliaria» le está siguiendo la automovilística. El mercado ha caído un 50 por ciento y eso no afecta sólo a los fabricantes; también a los concesionarios y a las empresas auxiliares. Miles de empleos en grave peligro. Después de fabricar más automóviles de los que se podían vender, de forzar a los concesionarios a quedarse con más unidades, ahora no hay campas donde guardar los stock. Pero en esta «crisis multimedia» -que se nos mete por todos los canales de comunicación y nos deja el bolsillo temblando y el alma en off-, algunos están aprovechando para hacer su reconversión encubierta. Muchos despidos tienen causas objetivamente falsas. Empresas que han ganado miles de millones hasta hace un rato se están haciendo un traje a medida aprovechando la crisis. En la Bolsa, en caída libre, algunos trabajan sus grandes fortunas futuras. Los sindicatos, al menos aquí, en España, miran para otro lado y los pequeños y medianos empresarios, los primeros que sufren la morosidad, no pueden hacer frente a sus pagos. Hemos entrado en recesión y no vemos que partidos, líderes políticos, sindicatos y patronal estén sentados a la mesa buscando soluciones, controlando excesos y ofreciendo confianza. Esta película no promete un buen final.

Francisco Muro de Iscar.

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