Fernando Jáuregui – Siete días trepidantes – Del «lunes de alegría» al «viernes de oro»


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

¿Tambores de guerra en la AVT?.- ¿Vuelve la era de la crispación? Francisco José Alcaraz, el que fuera presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, quiere de nuevo la guerra, a lo que se ve. Acusa a su sucesor, Juan Antonio García Casquero, de «narcotizar» a la AVT. No le gusta la línea «blanda» de quien, a su juicio, debería mantener una posición continuista, es decir, la confrontación permanente con el Gobierno y una crispación activa contra las decisiones -no sólo en materia de terrorismo, claro- del equipo Zapatero.

¿Tendrá algo que ver el «retorno» (al menos en cuanto a declaraciones explosivas) de Alcaraz con la batalla interna que vive el PP, donde algunos críticos a la política «pactista» de Rajoy ya se están dejando oir claramente? ¿O algo que ver, quizá, con los rumores de que, tras la detención de Txeroki, el Gobierno podría volver -aunque Pérez Rubalcaba diga que no- a la tentación negociadora?

El caso es que el señor Alcaraz se ha cansado de estar en la sombra y coge de nuevo el fusil dialéctico. Nos esperan días trepidantes, es de temer. Como en la pasada Legislatura, que ya creíamos superada en aras del diálogo y la cooperación, en lugar de la batalla entre quienes queremos vencer a los terroristas. Pero ya se ve: la buena noticia que inició la semana, la detención en Francia del peligroso verdugo «Txeroki», acaba con el sonido de tambores belicosos por parte de alguien que, en mi opinión, no debería regresar a la actualidad política.

Otra cosa es cómo rentabilice el Gobierno la detención del jefe de los comandos asesinos etarras: Rubalcaba es un maestro en vender sus indudablemente buenas realizaciones, aunque, en ocasiones, el afán publicitario -como la filtración de una foto con el actual aspecto de «Txeroki»- pueda irritar a los jueces, en este caso a la francesa Levert, que ahora ve más dificultades para conectar al pistolero, sometiéndolo a una rueda de reconocimiento, con los asesinatos de dos agentes en Cap Breton.

…y, hablando de jueces…- Hablando de jueces: la semana concluía con la celebración de juntas judiciales en toda España, donde se puso de manifiesto el descontento de los magistrados, cada vez menos sumisos a lo que el recién elegido Consejo del Poder Judicial dice y advierte, es decir, que una huelga de Sus Señorías sería ilegal. Pero muchos de ellos sí se plantean hacer huelga, aunque cierto es que no inmediatamente ni en relación directa con el que fue llamado «movimiento 21 de noviembre», que pretendió un paro general e inmediato.

De hecho, en Extremadura y Murcia se han fijado fechas para un paro (18 de febrero), y en ese mismo mes podrían acordarse huelgas en otras comunidades. Acaso no en Madrid, donde la batalla entre los magistrados asociados y los que van por libre parece más cruenta. Pero el germen del malestar está ahí, dispuesto a estallarle en la cara al fiscal Mariano Fernández Bermejo, actual ministro de Justicia.

Y para qué hablar ya de lo que está ocurriendo entre los secretarios judiciales, a los que el Ministerio prohibió cualquier tipo de paro y hasta de asambleísmo…

El debate de la nada.- En medio del oleaje, nada gusta más en España que los enormes debates acerca de cuestiones secundarias. Mientras ocurren cosas verdaderamente curiosas en el mundo mundial y, por ejemplo, también en la Bolsa española -más abajo me ocupo de ello-, la semana ha transcurrido en la permanente batalla dialéctica acerca de si la cúpula de Barceló en Ginebra debió o no haberse realizado y si medio millón de euros, al parecer inicialmente destinados a la cooperación, fueron bien empleados en la obra de arte (algún periódico publicaba fotografías de africanos famélicos junto a la imagen de los reyes inaugurando el ya famosísimo techo).

O se habló, y no poco, del enfado de Sus Señorías -en este caso me refiero a los diputados, tan amigos del absentismo pertinaz- porque se fuese o no a colocar una lápida en honor de la Madre Maravillas en un edificio parlamentario. O de las declaraciones (desafortunadas, sin duda, pero hasta ahí y no más) de Esperanza Aguirre en las vísperas del 20-N, que ha sido el aniversario de la muerte de Franco más notorio, entre otras cosas porque, treinta y tres años después, ha quedado oficialmente certificado su fallecimiento. En fin, hay más ejemplos, pero el espacio para albergar esta crónica no es infinito.

Dos mujeres al poder.- Dos mujeres, enfrentadas por el liderazgo del Partido Socialista francés y por la futura candidatura para oponerse al «roi» Sarkozy. Ganó Aubry, en ceñida lucha con «Sego». Pero indica por dónde van los tiros en el vecino del norte. En Estados Unidos, la «era Obama» va a arrancar, dice el «New York Times», con Hillary Clinton de secretaria de Estado, que es, de hecho, el «número dos» de la Administración norteamericana, por delante, sin duda, del vicepresidente, de perfil más bien desdibujado.

Eso, claro, va a tener no poco que ver con la dialéctica de cenáculos y mentideros en nuestra política nacional. Porque ¿cómo se explica que Carme Chacón sea la política más valorada de España, más que Zapatero, más que Ruiz Gallardón, más que todos, según el CIS? ¿Y qué les parece a ustedes que haya una tripleta de mujeres, no necesariamente bien avenidas, en la constelación estelar de posibles sustitutos -sí, claro, también está Ruiz Gallardón, pero yo no apostaría por él- de Mariano Rajoy, si se llega, claro está, al dislate de intentar descabalgarlo precisamente ahora?

Un «viernes de oro» que pasa en silencio.- Desconcierto interno, en medio del silencio, tras lo que ocurrió en la Bolsa española el pasado viernes, donde extrañas oscilaciones hicieron que, por ejemplo, la constructora Sacyr, que había hecho saber su intención de vender su paquete del 20 por ciento de Repsol a la rusa Lukoil, llegó a subir un 25 por ciento de su valor durante más de media hora, sin que la Comisión Nacional del Mercado de Valores suspendiera su cotización, cosa que sí hizo con Repsol y con Criteria, el «holding» de la Caixa, también involucrados en la venta de acciones de la petrolera española a la polémica compañía rusa.

Alguien, claro está, se hizo literalmente de oro durante esa media hora con la venta de acciones de la constructora de Luis del Rivero, un activo y ambicioso empresario que, como se recordará, trató de hacerse nada menos que con el BBVA y que pasa por tener buena conexión con La Moncloa.

Oiremos hablar más de esa venta de acciones de Repsol -hasta un 29 por ciento podría llegar a concretarse, porque una cantidad mayor obligaría a Lukoil a plantear una OPA contra la petrolera de Brufau-. Algo tendrá que acabar diciendo el mismísimo Zapatero, que, como la vicepresidenta Fernández de la Vega y hasta los ministros de Economía y de Industria, se ha puesto de perfil, tras variopintas y a veces contradictorias declaraciones.

No como Montilla, a quien la operación le parece «beneficiosa», ni como Felipe González, a quien le parece, por el contrario, «un desastre». Esto último es lo mismo, por cierto, que dice el Partido Popular. ¿Estamos ante un nuevo episodio de guerras intestinas en la economía como la famosa OPA a Endesa, que acabó como acabó, es decir, con reparto de la eléctrica y descrédito de instituciones controladoras y gobierno? Alguien tendría que aportar claridad, y ese alguien reside en La Moncloa. Continuará, sin duda.

Fernando Jáuregui.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído