Francisco Muro de Iscar – Academia de ociosos


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Un grupo de profesionales e intelectuales, ambas cosas a la vez aunque alguno crea que eso es casi imposible, entre los que hay catedráticos, investigadores, profesores, miembros de alguna Real Academia y otras gentes de la cultura (no de la habitual de «usar y tirar» sino de la de pensar y reflexionar o, mejor, de la de hacer pensar y reflexionar a los demás) andan empeñados en resucitar la antigua Academia de los Ociosos que promovió en Nápoles, allá por 1611, don Pedro Fernández de Castro, séptimo conde de Lemos a quien Cervantes dedicó varias de sus mejores obras, y donde sentaron sus saberes Quevedo o el Conde de Villamediana.

Hace algún tiempo, este grupo de amantes del saber, entre los que no hay buscadores de prebendas ni expertos en marketing, resucitaron la «Academia de los Ociosos del Buen Retiro» – que esto último casa divinamente con lo del ocio-, y ha montado un ciclo de conferencias bajo el sugerente título de «En qué pensaban..» y el subtítulo que pone ingenio e interés: «para llegar a esta España». A ésta, a la de hoy. Van a analizar estos días «los discursos nacionales duales», el origen de «la incertidumbre nacional», el «discurso nacional desde la izquierda y desde el centro-derecha», «las autonomías y la debilidad nacional» o el tránsito «de vasallos a ciudadanos», asuntos que nos irritan, dividen y hasta nos llevaron a guerras en siglos pasados, pero que, visto lo visto, aún no hemos sido los españoles capaces de resolver. Hablarán de historia y de futuro, porque es sabido que conocer bien la historia es la mejor manera de evitar repetir los errores que otros cometieron. Lo malo del caso es que el hombre es un animal de costumbres -unos más animales que otros- por lo el desconocimiento del pasado nos hace incurrir una y otra vez en viejos y probados errores.

Una Academia de Ociosos es un sueño de muchos, de casi todos, porque promete placeres insuperables, aunque no sean remunerados, como casi todas las actividades apasionantes. Pero, además, para un ejecutivo del marketing, en la España de hoy es un «target» perfecto. Desde los despedidos del ERE de Telefónica, los miles que cada día engrosan las filas del paro o los constructores e inmobiliarios sin oficio actual, esa Academia debería tener cola para solicitar la admisión. Los desafíos y oportunidades que presenta son apasionantes. En una España en la que faltan filósofos y pensadores, equipos que trabajen en imaginar por dónde va a ir el mundo, laboratorios de ideas o fábricas de pensar, una Academia de Ociosos reflexivos debería estar subvencionada antes que las finanzas de los bancos. Decía Goethe que «una vida ociosa es una muerte anticipada» y san Agustín creía que «la ociosidad camina con lentitud, por eso todos los vicios la alcanzan». Lo que sucede es que los miembros de esta Academia de Ociosos del Buen Retiro son activos y reflexivos. Por eso alcanzarán la gloria eterna aunque sus voces clamen en el desierto.

Francisco Muro de Iscar.

[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído