Charo Zarzalejos – Pepiño y Marianito


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

«A mí me llama Pepiño. Yo a él le podría llamar Marianito, pero no lo voy a hacer», dijo ayer en Guadalajara el número dos del PSOE, José Blanco. Fue en un mitin; es decir, en terreno seguro en donde, para hablar de la buena gestión que el Gobierno está haciendo de la crisis económica, no pudo evitar su perpetua tentación de meterse no ya con el PP _que también_ sino con Mariano Rajoy.

Se ha empeñado José Blanco que a Rajoy le quedan dos días al frente del PP. Eso mismo dijo en el ecuador de la pasada legislatura y mal que bien Rajoy sigue al frente del PP. A Blanco le ha inspirado, al parecer, José María Aznar, cuya aparición en el Congreso juvenil del PP ha sido interpretada, otra vez, como un aviso a navegantes; es decir, a Rajoy.

Pero lo fantástico del mitin no fueron sus alusiones a Rajoy, que esas no arreglan la crisis, sino que alimentan el ya grueso libro de los chascarrillos. Lo fantástico del mitin fue cuando Blanco, sin despeinarse, puso encima de la mesa «el entusiasmo» que ha levantado lo que él llama «el plan Zapatero para los Ayuntamientos».

Cuando el Presidente presentó esta nueva medida en el Congreso, ni el PP ni ningún otro grupo, salvo el PNV, que ahora anda de «buen rollo» con el PSOE, tuvo mareos de entusiasmo. Más bien al contrario. Blanco lo centra todo en el PP, pero no hay que equivocarse. Ningún grupo se desmayó de entusiasmo, ni con la medida en cuestión ha comenzado la historia.

Cuando la economía es un enfermo grave, muy grave, todo lo que sea aliviar la situación, no está mal. El problema es cuando se pasa la raya de lo razonable y se cae en la tentación del adanismo. Blanco, en Guadalajara, vino a decir que nunca antes nadie había tenido mejor idea. Y tampoco es eso. Como es lógico, diversos ayuntamientos –que no todos en la FEMP– reciben con agrado un respiro de liquidez; pero pintar barandillas y construir unos cuantos centros de salud o para la tercera edad, es algo efímero, que aliviará situaciones personales por un tiempo, para luego volver al principio. Así lo ven expertos economistas bien cercanos, por cierto, al PSOE.

Al que Blanco no va a llamar «Marianito», o sea: Rajoy, estaba a la misma hora en Bilbao presentando la candidatura de Antonio Basagoiti a Ajuria Enea. «No voy a hablar de Zapatero, porque vengo a hablar de gente seria como Basagoiti», dijo el líder del PP, que admitió que la crisis financiera si es mundial. Esa sí, pero no la que genera en España 200.000 parados al mes. «Alemania ha creado empleo», recordó.

Y, como si estuviera escuchando a Blanco, dijo que el Gobierno había presentado ya siete medidas y que antes de fin de año «caerán dos más». «¿A alguien se le ha dado una bombilla?, ¿la corbata para ahorrar energía?». El PP pide bajada de impuestos, ayudas contantes y sonantes a las empresas e igual trato a todos. Salvar a Sacyr se ha convertido casi en cuestión de Estado, pero ¿y las demás?

Se pide unidad, pero no se quiere. Zapatero quiso la complicidad del PP para el rescate financiero y el PP se lo dio. Pero el Gobierno no lo ha querido ni en los Presupuestos ni en ninguna de las demás medidas que se establecen a base de decreto, aunque todas ellas se basen en el dinero de todos. En EE.UU, Obama logró que un plan de tres folios se convirtiera en libro de 150, y nadie le llamó antipatriota. Como el PP se abstenga en «el plan Zapatero», Blanco tiene argumentario para un año, pero solo para sus mítines, porque la decisión estratégica del PP es no contestar a nada de lo que diga el numero dos del PSOE.

¿Qué pensarán de todo esto los ciudadanos que al alba se van a hacer cola a las oficinas del INEM?

Charo Zarzalejos.

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