Fernando Jáuregui – No te va a gustar – …y, sin embargo, allí estaban, en la cola


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

Puede que muchas de los cientos, miles, de personas que hacían cola bajo la lluvia, envueltos en el frío, para participar en la jornada de «puertas abiertas» del Congreso de los Diputados, no hayan leído la Constitución, como dicen las encuestas. Puede que no tengan formada una opinión acerca de si nuestra Carta Magna debe o no reformarse, y por dónde y cuánto; la propia clase política, que anda profesionalmente –en teoría– en esos trances, ya se ve que discrepa al respecto. Ni para actualizar lo claramente desfasado han sido capaces de ponerse de acuerdo.

Pero esos cientos, miles, de gentes venidas a Madrid de toda España en estos días festivos, son, sin embargo, capaces aún de ilusionarse por la política, ansían dar la mano al presidente de la Cámara, creen en los padres de la Patria, esas Señorías que tan poco visitan, en cambio, sus propios escaños. Los escaños en los que esos que llaman el pueblo llano tanto anhelan, como si fuese un mudo reproche al absentismo de algunos, sentarse apenas unos minutos.

Esas gentes, con algunas de las cuales he compartido estos días cola y espera, son -somos– el basamento de este país nuestro. Personas para cuya felicidad deben trabajar aquellos a los que han elegido. Esas gentes emiten su voto y pagan sus impuestos para que sus gobernantes y representantes solucionen sus problemas, no para que los creen. Esas gentes, a las que, como periodista, he escuchado un año más, saben muy bien lo que quieren, que no siempre es lo que tienen. Expresan su protesta de manera mesurada ante aquello que no les gusta, y es mucho, me temo, lo que no les gusta, desde los rifirrafes verbales entre los políticos hasta el desdén que algunos ex presidentes del gobierno muestran por las fechas emblemáticas (será que tienen cosas más importantes que hacer). Pasando, claro, por todo lo demás. Pero esas gentes no tienen micrófonos para protestar; solamente su voto cada cuatro años.

Y, sin embargo, allí estaban, ya digo, haciendo la cola, aguardando bajo la fina lluvia madrileña para entrar en el Parlamento, estrechar alguna mano ilustre, ver los tiros disparados por los locos de Tejero, darse un baño de Historia, ellos, que la labran anónimamente cada día con su sacrificio y su ilusión. Lo mejor de este país nuestro ha estado, un año más, este del trigésimo aniversario de la Constitución, en esa cola de la Carrera de San Jerónimo.

Fernando Jáuregui

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