José Cavero – Ni prioritaria ni imprescindible


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Las celebraciones del trigésimo aniversario de la Constitución vigente han traído consigo muy distintas valoraciones de la utilidad que ha tenido o seguirá teniendo la llamada Carta Magna, pero también las abiertas discrepancias sobre qué es lo que valdría la pena reformar para que su validez no decaiga o decrezca. Ahora mismo, como en los anteriores cumpleaños de la Constitución, estamos a la espera de conocer qué determina el Tribunal encargado de determinar lo que encaja o no con ella en una materia sin duda clave y precisa: el Estatuto de Cataluña, que desde su elaboración suscita opiniones muy encontradas, pero que sobre todo sigue reclamando la atención final sobre lo que los magistrados entenderán que es o no acorde con esa norma general para que funcione todo el Estado.

Zapatero ha manifestado estos días que no tiene temor alguno a que el TC pueda desvirtuar con su sentencia el contenido del Estatut, si bien ha recordado que a dicho Tribunal le corresponde garantizar el respeto a la Constitución en la actuación de las Cortes Generales. Sale al paso, probablemente, a las advertencias y hasta amenazas que buena parte de los dirigentes catalanes ya han hecho ante la eventualidad de que el TC no dé la razón al texto del Estatut reformado: podrían echarse a la calle, podrían producir una campaña contra el Estado español, podrían promover unas elecciones autonómicas anticipadas…

Sabio también en estas materias, como uno de los «padres de la Constitución», aunque no fuera ponente propiamente dicho, es Alfonso Guerra, presidente además de la Comisión Constitucional del Congreso, quien rechaza de manera decidida esas amenazas de los dirigentes catalanes. «¿Van a asaltar el Tribunal Constitucional?, llega a preguntarse, y recuerda que no hay más remedio que aceptar lo que determine esa tan esperada y demorada sentencia del TC, «y quien no lo acepte está rompiendo las reglas democráticas». Sea como fuere, el ya no demasiado lejano parecer del TC -ahora se dice que en los primeros tres meses de 2009, después de que se dijera que se conocería antes de final de 2008-, no hay duda de que la expectación sigue siendo grande, entre otras cosas, porque no parece que hasta que den a luz esa sentencia se vaya a proceder a renovar un Tribunal que ya lleva demasiado retraso. ¿Tendremos, finalmente, una sentencia interpretativa, es decir, que «ilumine» en cada artículo lo que cabe o no en el texto de la Constitución?

En todo caso, estas celebraciones constitucionales han servido, primero, para recordar la utilidad que sigue teniendo «la norma de normas», aunque muchos opinan que no le vendría mal alguna clase de reforma que la hiciera más útil todavía y que recogiera la experiencia de treinta años de vigencia. Pero ahí es donde apenas hay acuerdo: no hay duda de que a casi todos les parece que debe reencauzarse un Senado que sigue siendo una pieza inservible e inútil. También las otras tres reformas que propuso hace cuatro años Zapatero parecen defendibles -la sucesión a la Corona, la mención de las 17 Comunidades y dos ciudades Autónomas, la mención de la Constitución de la UE a la que también debemos acatamiento-.

Pero en el resto de las propuestas hay gran diversidad de opiniones y enfoques. Posiblemente se hayan mencionado hasta una veintena de reformas deseables, empezando por la revisión del capítulo sobre Autonomías, los poderes del Estado, la política exterior de algunas Comunidades… Pero todas ellas, como ha indicado el jefe del Gobierno «ni prioritarias ni imprescindibles». Que viene a ser algo así como «más vale pájaro en mano que ciento volando», o que equivaldría a la «inestabilidad emocional» que provoca «inaugurar un melón»… Se sabe cómo se empieza, pero es muy difícil imaginar cómo acabará el proceso.

José Cavero.

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