José Luis Gómez – La crisis y el paro


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Tal y como están las cosas, son cada vez más los expertos que prevén hasta cuatro millones de parados en España, con tasas de desempleo propias de los años de la transición y los primeros tiempos de la democracia. Esto puede ser así pero también admite algunos matices: los dos primeros millones de parados es verdad que están ahí, que son personas y no números, pero también lo es que algunos de ellos tienen dificultades para trabajar, por distintas razones, o que sencillamente prefieren no hacerlo. Sólo así podría explicarse que en la España de las «vacas gordas» hayan entrado a trabajar más de cuatro millones de extranjeros, con dos millones de parados dentro del país. Ahí hay algo que no encaja.

Digamos que hay un paro tolerable y otro realmente grave. Este es el que está aflorando ahora con la crisis y que a menudo provoca que por cada persona que se va al paro se vayan dos, como consecuencia de que en muchos hogares españoles se creó un puesto de trabajo para una persona que ayuda en casa, cuyo empleo también desaparece ahora al quedarse uno de los dos cónyuges en paro. Es un fenómeno que se da en muchas grandes ciudades españolas y en menor medida en los pueblos.

El grueso del paro procede de la construcción y, en menor medida, de algunos servicios e industrias; también del servicio doméstico. El derrumbe del ladrillo se ha acelerado de tal modo que los meses de octubre y noviembre se saldaron con los mayores aumentos mensuales de la historia del paro registrado, que roza ya los tres millones de personas. También han bajado las afiliaciones a la Seguridad Social, que ahora cuenta con 671.000 afiliados menos que a comienzos de año.

¿Sólo hay malas noticias? Cuesta encontrar las positivas pero algunas hay. La primera es que España vive por primera vez una crisis siendo un país rico, con todas las ventajas sociales que ello reporta. La segunda es el papel de millones de inmigrantes, que han contribuido a engrandecer España con su trabajo y su propio consumo. Y la tercera, que si bien los españoles están muy endeudados -por encima de sus posibilidades-, el Estado al que pertenecen no, de tal modo que tiene recorrido para afrontar la crisis y reanimar la economía con políticas públicas, tirando de la deuda. Incluso puede hablarse de una cuarta buena noticia, al menos para los que quieran comprar casas, ya que sus precios bajarán. No tiene sentido que en Estados Unidos una vivienda cueste una media de cuatro años de salario y en España, siete o más.

José Luis Gómez.

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