José Cavero – El primario Tardà


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

De ese modo, «de carácter primario», le ha calificado José Bono, presidente del congreso de los diputados, a la hora de disculpar el exceso verbal pronunciado por el diputado de Esquerra Republicana ante las Juventudes de su partido, cuando gritó un «muerte al Borbón» que Tardà explicó que pretendía reproducir el grito histórico contra Felipe V, y en modo alguno se podría referir a la actual familia real. Primario es lo contrario a evolucionado, es «básico, elemental», pero sin matices ni recorrido histórico. Y una cierta fama de primario y elemental parece que ha venido cultivando este Tardà que estos días ha gritado el «muerte al Borbón».

Lo cierto es que, en estos días de celebraciones de los treinta años de vigencia de la Constitución, dos políticos han reclamado sobre sí la atención de sus adversarios políticos: primero fue Pedro Castro, alcalde socialista den Getafe y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, FEMP, y ahora este «primario republicano». En uno y en otro caso, han intervenido de inmediato los portavoces del PP para llamar al orden y a la dimisión a los autores de la «tropelía» de hablar de los «tontos de los cojones votantes del PP» y del Rey indeseable. El PP se atribuye, en estos casos, que no en los que protagonizan sus propios diputados, la condición de vigilante de la legalidad o hasta de lo conveniente y lo «políticamente correcto».

Con un poco de tiempo y de dedicación se podrían hallar perlas abundantísimas sobre lo que han opinado «padres de la patria» de cualquier condición; el «hijo de puta» que Carlos Fabra dedicó a su primer opositor, por ejemplo. O las descalificaciones que Ana Mato hizo de los «andaluces analfabetos», y así sucesivamente. En el mejor de los casos, el destacado por esa clase de comportamiento se ha preocupado de explicar a qué venía lo que un analista ya ha llamado «rebuzno», y que para otros no será más que una demostración de su muy libre libertad de opinar y enjuiciar.

Evidentemente, a algunos parecerá muchísimo más grave lo expresado por Pedro Castro -que después de todo se refería a los votantes del partido opositor- que lo proclamado por Joan Tardà contra el Jefe del Estado. El primero pidió excusas, y el segundo ha explicado que en su triple expresión -El Tribunal Constitucional es corrupto, viva la República, muera el Borbón, Salud-, no hacía otra cosa que rememorar hechos históricos, como si el Tribunal Constitucional que debe decidir y está debatiendo sobre el reformado Estatuto de Cataluña tuviera esa veteranía que se le pretende atribuir… Tardà, si acaso, debiera aclarar a qué viene su acusación de corrupto lanzado sobre el TC, en vísperas de que, cabe esperar, se conozca su sentencia sobre el Estatut.

¿Corrupto porque sus magistrados no han dimitido cuando les correspondía, porque se atienen a normas que alguien les dicta, porque no cumplen sus tiempos para dictaminar sobre un texto?No hay duda de que se puede llegar a la popularidad, o cuando menos al conocimiento popular, por las vías rápidas del insulto y el grito impertinente. Ninguno de los dos personajes del momento hacen historia por ese exceso verbal, y más bien sitúan a quien lo pronuncia en el borde de lo tolerable por simples razones de educación general básica. «Niño, eso no se dice», le hubieran llamado la atención unos padres un poco más rígidos y estrictos. Pero han llegado a la edad adulta y merecen abundantes titulares de prensa.

José Cavero

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