Francisco Muro de Iscar – Una vergüenza personal y mundial


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Los periódicos de hoy, los digitales y los de papel, las emisoras de televisión, las digitales y las analógicas, las emisoras de radio, las locales y las nacionales, dedicarán mucho más espacio, mucho más tiempo a contar que Bernd Schuster ha sido despedido del Real Madrid -ya era hora- o a lo que haya pasado en Marsella con el Atlético de Madrid, que a otros asuntos de indudable mayor importancia. ¿Quieren un par de ellos? Uno, de relativa importancia: pese a la crisis, millones de españoles se fueron el viernes de puente y volvieron el lunes, después de haber colapsado las carreteras, haber derrochado energía y haber gastado una pasta. Parece un contrasentido que estemos hablando de supercrisis y que los signos externos digan lo contrario. O que indiquen claramente que la crisis se va a notar mucho en algunos sectores y muy poco en otros. Es decir, que esto sigue estando mal repartido.

Tan mal repartido que mientras los cuarenta y pico millones de españoles tienen para comer, incluso marisco, excepción hecha de unos cuantos, según cifras de la FAO, 963 millones de personas pasan hambre canina en el mundo. Y un dato significativo es que son 40 millones -el equivalente a la población española- más que en 2007. Más contradicciones. Descienden los precios de los alimentos en el mundo, pero ese descenso no soluciona la crisis alimentaria. En Occidente se tiran a la basura cada día millones de kilos de alimentos, pero eso no impide que en medio mundo no tengan nada que llevarse a la boca. Hace poco, la ONU prometía que en el 2015 íbamos a acabar con el hambre en el mundo y, por lo que se intuye parece más fácil que se acabe el mundo a que terminemos con una injusticia intolerable.

India y China son las dos potencias emergentes del mundo, las que amenazan con acabar con la hegemonía de Occidente, pero esos dos grandes países, junto con Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía, «acogen», es una manera de hablar, al 65 por ciento de los hambrientos del mundo. Una de cada tres personas del Africa subsahariana sufre desnutrición crónica, mientras que casi tres de cada tres occidentales no quiere saber nada de lo que pasa fuera de su casa. No se si era Steinbeck o Mark Twain quien decía que «de todos los animales de la creación el hombre es el único que bebe sin tener sed, come sin tener hambre y habla sin tener nada que decir». El problema es que muchos no comen ni beben porque no tienen nada que llevarse a la boca. Y eso, hoy, cuando se cumplen 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, más que una descripción de un problema es una vergüenza personal y mundial.

Francisco Muro de Iscar.

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