Julia Navarro – Escaño Cero – Además de Alexandros


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

Después de que un policía disparara a un joven en Atenas, el mundo entero contempla con estupor la revuelta que se ha organizado en Grecia. Las calles de Atenas, de Salónica, o Corfú arden con la indignación de miles de cientos de jóvenes. El asesinato del joven Alexandros ha sido la chispa que les ha puesto en pie, que les ha hecho salir de casa, que ha dado pie a que suelten la rabia contenida.

¿Qué les pasa a los jóvenes? Se preguntan algunos, ¿cómo es posible que lo sucedido en Atenas sirva de excusa para que jóvenes en España salgan a la calle protagonizando actos vandálicos como los de Madrid y Barcelona?

En mi opinión, el asesinato por la policía del joven Alexandros ha destapado la caja de Pandora donde se guardaba la frustración, el resentimiento, la desesperanza, de muchos jóvenes que no llegan ni a «mileuristas» porque simplemente están en el paro. Jóvenes cuyos esfuerzos por sacar adelante una carrera no les está proporcionando una vida mejor, jóvenes que delante de sus ojos no encuentran nada más que la oficina del desempleo.

Vaya por delante que el asesinato del joven griego no justifica las protestas violentas, ni mucho menos que grupos anti sistema hayan hecho de las suyas en las calles de Barcelona y de Madrid en supuesta solidaridad con los jóvenes griegos. Pero una vez dejado claro que la violencia es injustificable sea por la causa que sea, también ha llegado el momento de reflexionar en voz alta sobre la frustración de los jóvenes.

En Grecia, el número de parados jóvenes es elevadísimo, y en España, cuyo gobierno con Zapatero a la cabeza hasta hace dos días presumían de prosperidad, miles de jóvenes han emigrado en los últimos años buscando un trabajo y un sueldo digno.

Por ejemplo, los hospitales británicos, franceses, portugueses, etc, están repletos de médicos y enfermeras españoles. Son jóvenes que tuvieron que emigrar simplemente para trabajar dándose la paradoja que en nuestro país nos faltan médicos y enfermeras para atender las necesidades sanitarias de la población.

Y los que no se han ido apenas ganan un sueldo con el que mantenerse. A los jóvenes se les corteja por parte de los políticos diciéndoles que su juventud es un valor en alza, pero en realidad el cortejo consiste en convertirles en mano de obra barata.

Si ahora hay resentimiento imagínense qué sucederá según avance la crisis económica. En Grecia los jóvenes han salido a la calle no solo a protestar por el asesinato de Alexandros, también para dar rienda suelta su desesperación, a su falta de confianza en el sistema. Los gobiernos europeos deberían de tomar nota y hacer una lectura más profunda de lo sucedido en Grecia.

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