Luis Del Val – La inmensa estafa del 902


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

La mayoría de las empresas de servicios, cuando sus servicios son deficientes, disponen de un 902 para reclamaciones. Un contestador automático te suele proporcionar opciones según tu problema y, desgraciadamente, no dan la opción de acordarse de la familia de los miembros del consejo de administración, que puede que fuera una de las más usadas. Una vez que has seleccionado tu opción pueden suceder tres cosas: a) que se corte la comunicación; b) que suene el pitido de comunicando, y c) que escuches una música infame y una voz monótona que, cada diez o quince segundos, aproximadamente, te dice que todos los operadores están ocupados, lo que a mí siempre me proporciona la imagen de unos tipos con bata blanca extirpando docenas de apéndices de otros tantos vientres anestesiados.

Tanto si vuelves a marcar, como si inviertes los diez minutos de tu tiempo en aguardar a que te atiendan, la empresa de servicios, de malos servicios, hace caja. La empresa no te da servicio, pero tú, que eres el cliente, además de quedarte sin el servicio por el que pagas de manera puntual, pierdes el tiempo y abonas el servicio de reclamaciones, porque esa llamada al 902 se subvenciona con tu bolsillo.

La idea es brillante. Cuanto peor sea el servicio, más llamadas de reclamación. Cuanto mayor sea el número de reclamaciones, más tiempo tendremos esperando al tonto del cliente, y más dinero nos pagará. O sea, si va bien el servicio casi es un mal negocio para la empresa de servicios.

Esta inmensa estafa, este despropósito, este dislate comercial, este vergonzoso tocomocho tiene lugar con la anuencia de las autoridades, la mansedumbre de los clientes, y el silencio de los corderos. A todos les parece normal que cuando por lo que has pagado no te presten lo pactado, te cueste más tiempo y más dinero. Parece una idea de los Madoff que pueblan el mundo.

www.luisdelval.com

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