Antonio Casado – Nacionales y nacionalistas


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Con motivo del ya agotado debate presupuestario, una vez levantado el veto de la Cámara Alta, Mariano Rajoy acusó al Gobierno de bajarse los pantalones ante el PNV para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado de 2009 con los votos nacionalistas. Arriesgada acusación del líder del PP, cinco minutos después de unir sus votos a los de ERC y CiU, no menos nacionalistas que los del PNV, para conseguir en el Senado la devolución de los Presupuestos al Congreso.

En otras palabras, el Gobierno se apoya en los nacionalistas para aprobar los Presupuestos mientras que el PP se apoya en los nacionalistas para vetarlos. Se puede discutir si es de mejor condición política éste o aquel objetivo, pero no se puede discutir que tanto el PSOE como el PP utilizan a los nacionalistas como compañeros de viaje cuando les interesa. Unos se bajan los pantalones para salvar los Presupuestos y otros se bajan los pantalones para desestabilizar al Gobierno.

En este caso, se podría sostener que el PSOE ha tenido que recurrir al PNV por necesidad, la de evitar la desestabilización del Gobierno, mientras que el PP ha recurrido a ERC solo por crearle problemas al PSOE en el Gobierno de la Nación y en la Generalitat, pues de todos modos esa convergencia con ERC en el Senado, y con CiU, por cierto, en ningún caso iba a servir para impedir la aprobación definitiva de los Presupuestos. Y además, dándonos a entender que ERC es buena para ser apoyada por el PP en una enmienda de devolución, pero es malísima si uno de sus diputados (Joan Tardá) grita viva la República y muera el Borbón.

Son incongruencias por desgracia habituales en la pobre esgrima política entre los dos grandes partidos nacionales. La última de ellas, relacionada con el debate sobre la crisis económica, ha sido el aprovechamiento por parte del PP del desliz cometido por el presidente del Gobierno al anunciar una «muy estimable» creación de empleo a partir de la primavera de 2009, a pesar de que, como en los arrepentimientos espontáneos, hubo inmediata rectificación.

Pero no fue menos barata la reacción socialista que, en plena rabieta por las consecuencias políticas y mediáticas de la mencionada metedura de pata de Zapatero, coló en los circuitos más adictos la descalificación de Rajoy por su ausencia en la votación para levantar o ratificar el veto del Senado a los Presupuestos.

«El líder del PP no asiste a la votación más importante del año», era el recado malintencionado. Se trataba de saber si el Gobierno lograba los 176 votos como mínimo para levantar el veto del Senado. De manera que en el desenlace la ausencia o la presencia de Rajoy y los diputados favorables al veto era totalmente irrelevante.

Antonio Casado

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