MADRID, 22 (OTR/PRESS)
Las últimas compras. Y luego, las de Reyes. Dicen que algunos almacenes han rebajado sus precios hasta en un sesenta por ciento ya antes de los tradicionales «saldos» de enero. El fantasma de la crisis. Pero lo cierto es que los españoles gastaremos este año en las fiestas casi diez euros más de media que en 2007, es decir, que el tal fantasma no parece habernos asustado demasiado, pese a las advertencias de catástrofe para ese temible 2009.
Personalmente, confieso que gastaré más o menos lo mismo que en las últimas fiestas. He agradecido, aunque los economistas digan que es un mal síntoma, la bajada en los precios de algunos alimentos tradicionales. Y, como tampoco a mí me ha tocado la lotería -suelo jugar muy poco, la verdad–, no anda la cosa para muchos dispendios. Pero procuro afrontar con la dignidad y el estoicismo adecuados estas jornadas de luces -menos que otros años, eso sí–, de gastronomía desaforada y de forzada camaradería con los compañeros de trabajo y de profesión. O sea, más o menos como usted: las entrañables fiestas.
Lo único diferente, pues eso: que la gasolina para ir al pueblo con los abuelos baja, en lugar de subir, y que el pavo o el besugo no nos van a costar tanto como pensábamos. Por lo demás, todo igual que siempre: el árbol, el belén, esos espantosos papanoel trepando por los balcones… No es el momento ni para la política ni para la macroeconomía. Así que muchas felicidades.
Fernando Jáuregui.
