Cayetano Gonzalez – Palabra de Rey


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Es evidente que el Mensaje de Navidad del Rey es algo más que una simple salutación protocolaria de quien encarna la más alta Institución del Estado para desear unas felices fiestas navideñas a los españoles. Don Juan Carlos aprovecha siempre la ocasión que le da saber que su «Mensaje» llega a millones de personas, al ser retransmitido por prácticamente todas las cadenas de televisión, para hacer un discurso con contenido político, aunque cuidándose muy mucho de no salirse un milímetro de su posición moderadora tal y como le marca la propia Constitución.

Así hizo el Rey en la noche del pasado miércoles. Durante 15 minutos exactos se dirigió a sus conciudadanos poniendo el acento en tres cuestiones de indudable importancia: los treinta años que acaba de cumplir la Constitución del 78; la lucha contra el terrorismo de ETA que todavía sigue golpeando y asesinando, y la crisis económica que vivimos con efectos devastadores, sobre todo para las personas que están en paro.

De entrada, fue un acierto la referencia clara y expresa de Don Juan Carlos a quien sufren directamente las consecuencias de la lacra del terrorismo: sus víctimas. Porque si en estas fechas navideñas, todos echamos en falta a nuestros seres queridos, es obvio que en quienes los han perdido como consecuencia de la sinrazón del terrorismo, el dolor y la pena adquieren unas dimensiones muy especiales. A diferencia del Presidente del Gobierno, el Rey si habló de derrotar al terrorismo: «un objetivo inaplazable que, desde la debida unidad entre todos los demócratas, requiere seguir aplicando todos los instrumentos de Estado de Derecho y un eficiente cooperación internacional», dijo. Es precisamente esa «derrota» del terrorismo lo que mas puede contribuir a preservar la memoria y la dignidad de las víctimas del terrorismo, así como que se haga justicia con sus asesinos.

Las reflexiones en forma de balance de lo que han supuesto los treinta años de la Constitución sonaron lógicas en quien fue, junto al ex -Presidente Suárez, uno de sus principales impulsores y, sobre todo, uno de sus máximos defensores en momentos muy críticos como la tarde-noche del 23 de febrero de 1981. En cuanto a la crisis económica, el Rey combinó un somero análisis de la dura realidad que atravesamos con intentar inyectar algunas dosis de optimismo de cara al futuro, basado en la confianza que debemos de tener en nosotros mismos y en los efectos de vivir en un mundo globalizado.

En definitiva, un buen discurso real que lógicamente no habrá gustado a todos. Desde luego, no habrá agradado a personas como el diputado de ERC, Joan Tarda, que hace poco deseaba la «muerte del Borbón», o a otras como la fiscal Pilar Barrero, que hace unos días montó un numerito porque se había colocado un Belén en el vestíbulo de la sede de la Fiscalía General del Estado, lo que fue considerado por la citada fiscal como un hecho intolerable en un «Estado laico». El pasado miércoles, el Rey le pudo dar la cena de Nochebuena a Doña Pilar Barrero al aparecer en la televisión con un Belén detrás. Son las consecuencias de confundir la laicidad con el laicismo, un Estado aconfesional con uno laico. Es decir, mezclar churras con merinas.

CAYETANO GONZALEZ

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