MADRID, 26 (OTR/PRESS)
Está al caer la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el nuevo Estatuto de Cataluña y todo son cábalas. Parte de lo que se dice está orientado a sembrar más incertidumbre de la mucha que acarrea la inexplicada premiosidad del tribunal. El presidente del Gobierno que en relación con éste asunto debe tener más información que la que publican los periódicos, ha establecido una estrategia de encuentros con los presidentes de las comunidades autónomas que inauguró almorzando con José Montilla y Manuel Chaves y siguió con los dirigentes de algunas de las regiones gobernadas por el PP. A la vista de los resultados de ésos encuentros se abre paso la idea de que la ronda ha sido diseñada para dejar al jefe de la oposición al margen de un asunto capital como lo es el futuro modelo de financiación de las comunidades autónomas.
Esperanza Aguirre primero y Francisco Camps, después, han salido de La Moncloa diciendo que Zapatero había entendido sus pretensiones y atendido sus peticiones. Mientras esto decían, la secretaria general de su partido, Maria Dolores de Cospedal, criticaba al presidente del Gobierno por el registro bilateral de la ronda de encuentros. A la espera de que sea el propio Mariano Rajoy quien se pronuncie sobre la cuestión (o no, como bien podría decír él mismo), parece que Zapatero juega con la ventaja de quien sabe que en el solar de la derecha española, en esta etapa, liderazgo y autoridad no van de la mano. La política es así. Ya lo dice el saber tradicional: no hay peor cuña que aquella que procede de la misma madera.
Fermín Bocos.
