José Cavero – Monseñor Rouco, contra el aborto


MADRID, 28 (OTR/PRESS)

Como el año pasado, cuando el cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal Antonio María Rouco y otros dos concelebrantes de la Homilía arremetieron con duras palabras contra las políticas del gobierno socialista en materias de moral y costumbres, y llegaron a provocar un difícil momento en las relaciones de Iglesia y Estado, en esta ocasión, este Día de los santos Inocentes, el aborto fue asunto central en la Misa de la Familia celebrada en la plaza de Colón de Madrid. «Estremece el hecho y el número de los que son sacrificados por la sobrecogedora crueldad» del aborto, ha dicho Rouco Varela, quien calificó la práctica como «una de las lacras más terribles de nuestro tiempo tan orgulloso de sí mismo y de su progreso». La cita de este último domingo del año estaba organizada por el arzobispado de Madrid y los movimientos eclesiales, esencialmente el Camino Catecumenal del cura Kiko Argüello, y llevaba como lema La familia, gracia de Dios, una iniciativa que el año pasado convirtió un acto parecido en una severa manifestación contra el Gobierno socialista.

En esta ocasión, parece que ha tenido intención de originar mucha menor controversia, o ninguna. Se calculó que el año pasado, la Misa de la Familia congregó a un millón y medio de personas, cifra que este año el arzobispado de Madrid esperaba rebasar, aunque los primeros cálculos estimaban que había sido inferior a la de 2007. El cardenal Rouco Varela, recordó las palabras de Juan Pablo II: «El futuro de la Humanidad pasa por la familia» y las del Papa Benedicto XVI: «La familia es la principal agencia de paz». Rouco aseguró que «es posible concebir, ordenar y vivir el matrimonio y la familia de forma muy distinta a la que en tantos ambientes de nuestra sociedad está de moda», e insistió en que el modelo de vivir en familia es la Sagrada Familia de Nazareth: «La posibilidad de vivir la familia en la integridad y belleza de su ser como comunidad indisoluble de amor y de vida, fundada en la donación esponsal del varón a la mujer y de la mujer al varón y, por ello, esencialmente abierta al don de la vida: a los hijos».

Y dijo que la celebración en la Plaza de Colón tiene como objetivo preservar «este modelo de la verdadera familia, cuya actualidad no pasa nunca». «No sólo es posible concebir, ordenar y vivir el matrimonio y la familia de forma muy distinta a la que en tantos ambientes de nuestra sociedad está de moda y que dispone de tantos medios y oportunidades mediáticas, educativas y culturales para su difusión, sino que, además, es la que responde a las exigencias más hondas y auténticas de amor y de felicidad que anidan en el corazón del hombre», afirmó. Dijo luego que los niños «necesitan de sus padres. Necesitan del amor de un padre y de una madre para poder ser engendrados, traídos al mundo, criados y educados conforme a la dignidad que les es propia desde el momento en el que son concebidos en el vientre materno: la dignidad de personas, llamadas a ser hijos de Dios».

Finalmente, el cardenal se refirió a las muchas dificultades de toda índole -económicas, sociales, jurídicas y culturales, morales y espirituales- que se interponen en el camino de la plena realización de la vocación de esposos y de padres cristianos en las actuales circunstancias e insistió en que para afrontarlas hay que mirar y seguir el modelo de la Sagrada Familia de Nazareth, «siempre luminoso y siempre actual». Así, es un «reto formidable» vivir en la actualidad el matrimonio «como os lo pide la voluntad de Dios», dado que «la cultura del relativismo egoísta, del interés y de la competencia de todos contra todos, y la cultura de la muerte son muy poderosas».

«El lenguaje de la creación es claro e inequívoco respecto al matrimonio: un varón y una mujer, el esposo y la esposa que se aman para siempre y ¡dan la vida!», declaró Rouco, quien consideró, recordando el discurso de Navidad del Papa Benedicto XVI a la Curia Romana, que «es necesario que haya algo como una ecología del hombre, entendida en el sentido justo», refiriéndose al valor insustituible de la ley natural como garantía del bien de la persona humana y de la familia.

También quiso el cardenal de Madrid acordarse de los niños pobres, para lo que hizo hincapié en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero del 2009 del Papa Benedicto XVI,. «Compartir la pobreza, Construir la paz», en el que «llama la atención de la comunidad internacional sobre el dramatismo de los datos que se refieren a la pobreza de los niños y de cómo es a ellos a quienes golpean, en primer lugar, las situaciones de pobreza de sus familias: «Cuando la pobreza afecta a una familia -nos dice el Papa-, los niños son las víctimas más vulnerables: casi la mitad de quienes viven en pobreza absoluta son niños»».

José Cavero

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