José Cavero – Rouco, algo más moderado.


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

Una descripción del Rouco-08, en la Misa de la Familia de la Plaza de Colón, nos lo describe «menos beligerante, o menos tosco» que la vez anterior, cuando compareció con otros dos monseñores igualmente combativos contra la política del Gobierno socialista en materia de moral y costumbres: aborto, matrimonio de homosexuales, el llamado divorcio expréss, la píldora anticonceptiva, o la asignatura Educación para la Ciudadanía… Y ni siquiera ha faltado quien relacione esa menos beligerancia del cardenal de Madrid con una supuesta llamada al orden del mismísimo Papa, que habría recomendado que no se excitaran los ánimos en las relaciones de Iglesia y Estado en España.

Lo cierto es que en todos los análisis y crónicas del discurso del presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Madrid se señala esa «rebaja de las críticas», sin renunciar a la denuncia central contra la terrible lacra del aborto. No falta, sin embargo, quien haya querido ver una nueva «exhibición de fuerza» de los obispos españoles, si bien se ha disminuido mucho la afluencia de fieles: del millón y hasta millón y medio de asistentes del año pasado, algunos medios han rebajado hasta los 350.000 concentrados en Colón, que para algunos ha empezado ya a ser la plaza de las concentraciones católicas y de defensa de la religión frente al agnosticismo creciente que todo lo invade… «Rouco rebaja el tono y evita aludir al Gobierno», dice La Vanguardia, que señala que el cardenal carga contra el aborto y ensalza el modelo cristiano, pero sin críticas políticas. En otros diarios parece que se produce una rivalidad por el número de páginas que se destinan a relatar el suceso: cinco páginas en ABC, siete en La Razón…

En todo caso, nadie duda de que se trató, una vez más, de una concentración masiva y multitudinaria, esta vez parece que contra nadie en particular, aunque sí contra «la situación» que produce un número creciente de abortos y un progresivo clima de laicismo, descristianización o agnosticismo, que describía recientemente el arzobispo Amato, miembro del gobierno del Papa: En España, decía Amato, avanza la estadolatría y crece el indoctrinamiento laico. ¿Todo eso es cierto? Las más recientes encuestas insisten en un permanente avance de los no creyentes, o de quienes no hacen uso de esa fe recibida de las generaciones anteriores.

A la manifestación de la plaza de Colón se añadió ayer la actuación de algunos pequeños grupos de antiabortistas que se concentraron ante críticas dedicadas a la interrupción del embarazo, en distintas ciudades. Siempre hay extremistas que tratan de expresar su opinión y actuar de manera terminante contra un estado de cosas que no les complace. El número de interrupciones del embarazo crece y crece en España a un ritmo del diez por ciento anual, aproximadamente, desde hace prácticamente dos décadas.

Y no parece que las campañas de explicación, ni de la Iglesia desde los púlpitos y algunos medios informativos, ni en los spots del Ministerio de Sanidad, estén resultando eficaces. Hay un sector de público, el público joven, escasamente atento a los mensajes de prudencia y contención y autocontrol que se les dirigen. No es el clima que respiran en el resto de la vida social en que se mueven.

José Cavero.

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