Rosa Villacastín – El abanico – Cómo plantar cara a los agoreros


MADRID, 1 (OTR/PRESS)

En un día tan emblemático como el de hoy, van a disculpar mi actitud positiva pese a los malos augurios de los Premios Nobel de Economía, de los super expertos de la cosa, de los periodistas especializados, de los políticos, y de todos aquellos a los que se les llena la boca pronosticando un año terrorifíco en todos los campos.

Una actitud que habrá quien tache de irresponsable -seguramente lo es pero cada uno se defiende como quiere y puede ante los problemas-, pero que a mí me sirve, porque de lo contrario lo único que se me ocurriría hacer después de ver cómo está el mundo, es meterme en la cama, la cabeza bajo la almohada, y bien acurrucadita, esperar a que pasen los próximos doce meses porque según dicen en el 2010, veremos la luz de este largo tunel.

Como eso no puedo hacerlo por razones obvias, he buscado un método que me ayude a sonreirle a la vida en este principio de año, para que la vida me sonria a mí. Dicho y hecho, saqué los ultimos euros que tenía invertidos en bolsa antes de que se esfumaran del todo, y me fui a un centro de estética para recomponer mi cuerpo y mi cara, para poder entrar con el pie derecho y algunas arrugas de menos en el 2009 de mis dolores. Fue un éxito total.

Con un nuevo aparato lograron subirme lo que por la ley de la gravedad, tiende a caer hasta las rodillas. Después me hicieron un «piling», que consiste en acabar con las celulas muertas de la piel, de manera que cuando acaba la tienes tan lisa y brillante como el culito de un bebé. De ahí me fui al Corte Inglés a comprar unas bragas rojas y un sujetador del mismo color, prendas que no pueden faltar en tu armario si quieres que Carlos García Calvo te incluya en la lista de mujeres A (Abascal, Nati; Preysler, Isabel; Cuevas, Paloma; Maria León, directora de comunicación de Pedro del Hierro y una de las más guapas y elegantes del panorama de la moda).

Terminada la selección de ropa interior, me fui directa al super, a comprar las uvas, el cava y las lentejas. Ya sé que este ultimo plato no es el más recomendable para una noche en la que se consume el doble de lo habitual, pero es el que me recomendó un italiano amigo, ya que en su país es tradición. Puesta a cumplir con todos los requisitos de la superschería, me comí las lentejas después de las uvas, eché el anillo en la copa de cava, dí tres saltos con el pie derecho (es la última novedad), mandé sms a los amigos y familiares, comí turrón, charlamos de lo divino y de lo humano, y por unas horas horas me dispuse a ser feliz.

Una sensación que aún me duraba cuando me he levantado y he visto que el sol brillaba de nuevo en Marbella. Un buen augurio si no fuera porque la televisión me ha devuelto a la dura realidad, mostrando imágenes de la matanza que está teniendo lugar en Gaza, ante la pasividad de los grandes mandatarios, en las que mueren niños, mujeres, y ancianos, y donde miles quedarán mutilados de por vida.

Unas imágenes que me recuerdan mucho a los bombardeos de Irak, sólo que en aquella ocasión la gente se echó a la calle en señal de protesta por la barbarie norteamericana, y en ésta el que más y el que menos mira hacía otro lado, incluido el gran Obama, que según parece esta muy preocupado por la persecución a la que tienen sometidos los paparazzis a su mujer y a sus niñas.

Ya lo dice el refrán, nada es verdad ni mentira, y todo es del color con que se mira.

Rosa Villacastín.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído