MADRID, 3 (OTR/PRESS)
La encuesta publicada por «La Vanguardia» bajo la autorizada dirección de Julián Santamaría señala un estancamiento de los dos principales partidos pero con una diferencia clara: el PP no sólo no aprovecha las dificultades derivadas de la crisis económica para la imagen del Gobierno sino que se hunde en el pozo de la falta de capacidad para formular alternativas. Sencillamente, el Partido Popular retrocede en las mejores condiciones objetivas para crecer.
Mariano Rajoy -lo dicen tozudamente todos los estudios demoscópicos- está en coma político irreversible. Se mantiene a flote por la pura inercia que permite a los políticos en declive flotar como a los corchos a la deriva: sólo necesitan una recova en el río para encallar para siempre; ya no tiene ninguna posibilidad de constituirse en líder y su destino es dejar fluir los acontecimientos hasta que lo sepulten los resultados de las elecciones gallegas, vascas y europeas.
Podría decirse una vez más que Mariano Rajoy es el mejor valor, el más seguro, de José Luis Rodríguez Zapatero sin quitar mérito a la capacidad de tomar iniciativa en momentos extremos que ha demostrado el presidente de Gobierno en la crisis financiera y con sus iniciativas para buscarse un sitio en la cumbre de Washington.
Crecen los partidos nacionalistas y crece el partido fundado con Rosa Diez que es más un frente de rechazo que una proposición positiva. Pero esos resultados hay que tomarlos con cautela excepto para las elecciones europeas en donde muchos electores se dan el gusto de castigar a los grandes partidos con la abstención o votando a quienes jamás darían responsabilidades importantes en la política española.
El problema serio y radical lo tiene el PP, al que además le podría ocurrir la fatalidad añadida a su declive de que el relevo le venga dado por el sector más duro de su partido lo que le condenaría a la oposición para una eternidad.
Carlos Carnicero.-
