José Cavero – La mala prensa de la invasión


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Todos los grandes titulares de los diarios han sido coincidentes este domingo, primero del mes de enero: Israel invade Gaza a sangre y fuego; Israel invade Gaza para eliminar las bases de cohetes de Hamas; Israel invade la franja de Gaza; Israel invade Gaza; Israel entra en Gaza para acabar con el terrorismo de Hamas; Israel pisotea Gaza… Transcribo esos grandes titulares. Hay en todos ellos una noticia que, no por anticipada, lo es menos: Un país ha invadido territorio ajeno. Hay luego una razón, causa, excusa o pretexto: Actúa de ese modo para acabar con sus enemigos declarados de Hamas.

Es evidente que el término «invasión» posee pésima prensa. Basta recordar la invasión de Irak por las tropas estadounidenses y británicas, en un primer momento con la colaboración de las tropas españolas de Aznar. El PP de Aznar y de Rajoy no han levantado cabeza desde entonces, y es probable que le cueste levantarla bastante tiempo más. Y es que, como ha venido haciendo Israel con sus vecinos palestinos, se puede atacar a un vecino hostil o nada simpático de muchas maneras: atacando con cohetes, asediando al territorio enemigo, cercando ese territorio con un altísimo muro infranqueable, impidiendo que sus habitantes puedan tener salida al exterior, incluso para ir al hospital, destruyendo de vez en cuando todo cuando emerge en ese territorio o consintiendo y protegiendo hasta lo insoportable las colonias de ciudadanos israelíes que se asentaron en territorios ocupados. Pero se da un paso más, lo que suele llamarse un salto cualitativo, cuando el enemigo fuerte hace uso de esa fuerza y penetra y «pisotea» al vecino incómodo. Es un modo de decirle: Existes porque yo te lo permito, pero no te vuelvas a «pasar». Puedo hacer contigo lo que me viene en gana. Estás en mis manos todopoderosas, y por si faltara algo, el mío es el Dios verdadero y él apoya mis actuaciones…

De manera que algo se ha quebrado en el Derecho Internacional. Es cierto, y es otro abuso permanente del gran Israel, como es cierto que Palestina es un país sin Estado, al que no se le consiente organizarse ni tener fuerzas policiales ni ejército propio. Pero la invasión con tropas terrestres, y «por el tiempo que sea necesario», recuerda demasiado a la anterior invasión de territorio ajeno, la que Bush, Blair y Aznar decidieron contra el Irak de las nunca halladas armas de disuasión se supone que nuclear o biológicas. Irak, como ahora Gaza, pasa a convertirse en víctima de un «grandullón» prepotente y pretencioso, con amigos todopoderosos y con licencia para matar.

En ese punto estamos, y no es nada improbable que esa prepotencia se esté volviendo contra quienes la emplean. No hay duda de que Israel ha hecho muchos méritos históricos para ser un Estado autónomo, independiente y libre de la inseguridad de quien aspira a arrojar al mar a sus habitantes. Pero idéntico trato al que aspira para sí debiera dar a su vecino y enemigo irreconciliable, a quien controla incluso la respiración y el derecho a sobrevivir. Posiblemente esté cometiendo el gran error de muchas décadas. Nunca las invasiones mediante el empleo de fuerza bruta trajeron consigo nada bueno. En esta ocasión, tampoco. Tendremos Gaza en la reclamación de multitud de venganzas futuras.

José Cavero.

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