MADRID, 5 (OTR/PRESS)
El actual presidente del PP, Mariano Rajoy, se la juega, literal y políticamente hablando, en las tres próximas citas electorales -vascas, gallegas y europeas- que tendrán lugar a lo largo de los próximos cinco meses. De su resultado dependerá que el político gallego vuelva a ser el cabeza de cartel de su partido en las elecciones generales del 2012 o que, por el contrario, se proceda a su sustitución y a la designación de otro candidato para enfrentarse a Zapatero.
No lo tiene fácil el líder del PP. Las encuestas publicadas en tres periódicos muy diferentes ideológicamente entre sí en el arranque del nuevo año no pintan nada bien para los populares, tanto en lo que se refiere a la intención de voto -en las tres el PSOE está por delante del PP- como en la confianza que despierta y en la capacidad de liderazgo con la que es percibido por la opinión pública. De todo ello, se supone que es consciente el propio interesado y su entorno, aunque ya se sabe que llega un momento en que los políticos suelen perder hasta límites insospechados la capacidad para percibir la realidad de las cosas y de las situaciones.
Rajoy puede pensar que su liderazgo está consolidado dentro del PP, lo cual es mucho decir, porque lo mismo que algunos barones territoriales le apoyaron como «mal menor» para que siguiera tras la derrota en las últimas elecciones generales, le dejarán caer si llegan a la conclusión -y al parecer algunos ya han llegado- que con él de cabeza de cartel en el 2012, es prácticamente imposible ganar a Zapatero. Pero donde Rajoy tiene un problema mayor es fuera de sus incondicionales, donde es percibido como un político honrado, buena persona, pero con muy escaso liderazgo.
Es más, hay una parte del electorado del PP -algunas encuestas lo cifran en un 10%- que tiene decidido votar a UPyD, el partido de Rosa Diez, lo cual no deja de tener su aquel, porque reconociendo la claridad y la contundencia del discurso de la política vasca en cuestiones referidas a la unidad de España o a la lucha contra el terrorismo, no deja de ser una formación política con nítidos perfiles ideológicos de izquierda en cuestiones como las referidas a la educación, al aborto o a la familia. Pero el problema es que muchos de los votantes del PP no saben lo que defiende su partido en ese tipo de cuestiones y en esa tesitura prefieren dar su voto, aunque sea en plan de castigo, a Rosa Diez.
Así se puede entender mejor que Rajoy se haya decidido al final por Jaime Mayor Oreja como candidato del PP en las elecciones europeas del 7 de junio, pensando que el discurso del político vasco en esas dos cuestiones claves para una parte importante de su electorado -la cohesión nacional y la lucha contra ETA- no es nada sospechoso y aguanta perfectamente la confrontación con el de Rosa Diez. El uno de marzo serán las elecciones vascas y gallegas. Tres meses mas tarde, el 7 de junio, las europeas. Un triple salto «mortal» para Rajoy del que sólo puede salir de dos maneras: o a pie firme o desarbolado sobre la colchoneta.
Cayetano González.