Francisco Muro Iscar – ¿Dónde están los agentes sociales?


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

«Esta va a ser la legislatura del pleno empleo», decía Zapatero de mitin en mitin durante la campaña electoral, derribando como un quijote cualquiera los «falsos gigantes» que el PP de Pizarro y Rajoy atisbaba en el horizonte. Por mal que vayan las cosas, añadía, «nunca llegaremos a las mejores cifras del PP». Como presidente no pierde apenas apoyos a pesar de la crisis y a que sigue anunciando que en marzo todo mejorará. Como profeta no encontraría trabajo ni en un circo de pueblo. Las cifras del desempleo en 2008 son dramáticas: un millón de personas más, la mayor de la historia. El número de parados a 31 de diciembre, con 140.000 más en ese último mes, llegaba hasta los 3.128.963, la mayor registrada nunca por el INEM.

Como nada indica que hayamos tocado suelo, sino todo lo contrario, la cifra de 4.000.000 de parados parece posible en 2009 y eso no sólo es un drama personal para cada uno de esos cuatro millones de personas, por mucho que les aseguremos cobertura social durante un tiempo determinado, sino que es el más grave problema de España para los próximos años. No sólo hay que frenar la destrucción de empleo, sino que hay que crear más del que se destruye. Los avisos de grandes multinacionales -TDK, Lenovo, Dell son las últimas en anunciar miles de despidos en el mundo-, así como de pequeñas y medianas empresas locales que amenazan con tirar la toalla, y la incapacidad del Gobierno ponen sobre el tapete un panorama muy, muy preocupante.

Son ya mayoría los que desconfían de que las medidas tomadas hasta ahora por el Gobierno sirvan de verdad para crear empleo, sobre todo empleo estable. No hay un plan, un criterio, un atisbo de solución. No hay confianza. Pero parece aún más preocupante que, lloviendo como llueve, ni el Gobierno ni los agentes sociales estén sentados en torno a una mesa permanente de diálogo buscando soluciones y medidas efectivas. Que no se levanten hasta que acuerden algo. Uno no pide que, como en Estados Unidos, los ex presidentes se reúnan con el recién elegido para dar una imagen de unidad y de apoyo para salir de la crisis. Eso aquí sería impensable, entre otras cosas porque ninguno aceptaría.

Lo que sí hay que pedir es que la CEOE y los sindicatos, desaparecidos como si esto fuera «el país de las maravillas», no urjan al Gobierno (que parece presidir una Alicia encantada de haberse conocido) a ese diálogo para tomar medidas. O que, en su defecto no se sienten ellos y pongan sobre la mesa mensajes y acuerdos para afrontar la crisis. Está bien que el presidente se implique en la búsqueda de una solución para la terrible tragedia palestina, pero por lo que cobra es por intentar arreglar los problemas de casa. Con el Gobierno dormido y los agentes sociales mirando al cielo, la única verdad es un millón de parados en un año, una economía con pies de barro y un huracán que amenaza derribarla. Hay que mantener la esperanza, ¡pero cómo cuesta!

Francisco Muro de Iscar.

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