Andrés Aberasturi – No sólo Israel


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Estaba más o menos cantado que ni Israel ni Hamás iban a aceptar le decisión del Consejo de Seguridad de la ONU en la que se les pedía un alto el fuego inmediato en Gaza. El mundo camina por una acera pero es justo en la otra en la que luchan Israel y Hamás. Y eso que, esta vez al menos, la representante de EEUU se ha abstenido en la votación. Pero en este conflicto brutal no hay tiempo para treguas ni lugares por donde pueda llegar ayuda humanitaria. Si todas las guerras son al final incomprensibles, esta masacre lo es aun más y no resultaría lícito culpar sólo a una parte, a la más fuerte, a la que es tan fácil y tan tentador condenar sin más. Claro que Israel tiene culpa; claro que la respuesta es, como se ha dicho tantas veces, desproporcionada; claro que debería entender y atender esas razones que están por encima de cualquier conflicto y que son los civiles, las ayudas, el abuso. En eso estamos todos de acuerdo, pero algo habrá que de decir también de Hamás.

Nos visitaba hace unas horas una persona que es en si misma una entelequia, un espejismo: el Jefe de la Autoridad Palestina, alguien que ni puede ejercer de jefe, que carece de autoridad y que no representan realmente a Palestina. Así están las cosas. No es él, para desgracia de los palestinos, el interlocutor válido aunque se le rindan honores, vaya en coche oficial y llegue escoltado por motoristas. En Palestina hoy manda Hamás y -al margen de lo ocurrido en el pasado, si es que el pasado se puede dejar al margen- la endeble tregua que se vivía en Gaza quién la rompía una y otra vez, fue Hamás hasta que Israel decidió intervenir de forma desmesurada y terminar de una vez con todo. Es verdad que al gobierno israelí no le hacen falta muchas razones para emplear la fuerza, pero si encima les provocas, los resultados son más que previsibles. Y eso lo sabía Hamás y seguramente -no sé si midiendo el riesgo- es lo que pretendía: que el mundo volviera solidarizarse con Palestina y condenar a Israel. Pero para ese viaje, no hacia falta que muriesen tantos; Israel podía haber contestado de forma menos dura pero Hamás podría no haber provocado la respuesta.

Una mujer se preguntaba angustiada en las calles derrumbadas de Gaza: «¿dónde está el mundo árabe?». Y ese es quizás el gran error de Hamá, que el mundo árabe -salvo Irán- teme al integrismo/terrorismo casi más que al enemigo secular que es Israel. La gran amenaza para los gobiernos de Jordania, Egipto o Marruecos, no es hoy el ejército judío sino ese integrismo fanático en la frontera siempre del terrorismo que representa hoy Hamás y grupos de su misma índole.

Y por si esta reflexión no bastara, veamos los objetivos de unos y de otros: Israel, sin importarle nada los daños colaterales, está dispuesto a terminar de una vez con cualquier amenaza para sus ciudadanos como los misiles que les lanza Hamás. No sólo parece que ese objetivo sea factible sino que, muy probablemente, lo conseguirá en pocos días diga lo que diga el resto del mundo. El objetivo de Hamás es aniquilar el estado de Israel. Sin comentarios. Cuando en una guerra uno tiene toda la fuerza y un fin alcanzable y el otro es débil y su objetivo es una utopía, me temo que el resultado es más que previsible. Lo malo, lo peor, es que ese absurdo enfrentamiento, va a dejar, una vez más, una generación marcada por la muerte y bañada de sangre.

Andrés Aberasturi.

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