Fernando Jáuregui – Números variables


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Una de las características más curiosas de este gobierno es su escaso apego a la inamovilidad de los números. De los números que el propio gobierno ofrece como inamovibles, quiero decir. Ahora nos confiesan lo que ya todos sabíamos: que el número de hijos y nietos de españoles en América Latina que podría acogerse a la ley de memoria histórica y regresar a España podría incrementarse con respecto a las previsiones iniciales. De medio millón a millón y medio, y subiendo (que subirá). Total, una minucia. Claro que también nos dijeron que no se incrementarían las tropas españolas en el extranjero y ya ven: la ministra Chacón va a pedir a las Cortes autorización para aumentar el número de nuestros soldados en misión exterior en un ciento cuarenta por ciento de nada. Y les apuesto lo que quieran a que una parte de ese extra acaba yendo a Afganistán, contra lo que han afirmado oficialmente todas las fuentes gubernamentales.

O podríamos, desde luego, hablar de las muchas previsiones económicas que han ido siendo pulverizadas por la realidad, una tras otra. Pero eso se ha convertido ya casi en un tópico: no se cumple ni una sola previsión, ni tampoco parece que importe mucho.

Y, ya puestos a hablar de cifras imposibles, las de los aún casi recién aprobados Presupuestos del Estado, que saltan hechas añicos en contacto con los tozudos hechos. O los números -todavía desconocidos en su literalidad- de la financiación autonómica, que suma, según las ambiciones expresadas por los presidentes de las comunidades y concedidas por el presidente Zapatero, el equivalente a doscientos por cien. O sea, el doble de lo que realmente hay.

Esta insoportable levedad del dato se corresponde, me temo, con la fragilidad de las estrategias: sigo, por ejemplo, sin estar convencido de las bondades de destinar ocho mil millones de euros a planes presentados, a toda prisa, por los ayuntamientos, que están, lógico, interesados en tomar el dinero y correr lo más posible; eso sí, habiendo construído un polideportivo, un centro cultural o varias rotondas, que en algo hay que gastar el dinero ofertado por el Gobierno, aunque sea en algo inútil y para nada productivo.

He ahí el problema: tengo la impresión de que cunde entre los españoles la sensación de que nuestros gobernantes -y, si usted quiere, también nuestra oposición- actúan como «de tanteo», o a ojo: calculando así, «grosso modo», confundiendo deseos de recuperación económica con realidades, escamoteando hechos o incurriendo con toda flema en escandalosas contradicciones con la evidencia. Todo lo menos científico posible, en suma.

No estoy muy seguro de que así es como se genera la confianza ciudadana necesaria para salir de la crisis. Y usted, ¿qué piensa?

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