José Cavero – Efectos Obama


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

Sin haber comenzado propiamente su mandato, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, pudiera apuntarse ya un primer tanto: la tregua decidida por Israel sobre el territorio que invadió hace tres semanas, en Gaza. Claro que es una tregua debilísima, y que hay muchas posibilidades de que los combates y las víctimas sigan produciéndose en tanto no se llegue a alguna clase de acuerdo mucho más estable y duradero. Pero, de entrada, no es improbable que la interrupción en la Casa Blanca del «nuevo emperador de Occidente» traiga consigo esa clase de efectos positivos, después del mandato de quien ha sido calificado reiteradamente como «el peor presidente de los Estados Unidos de todos los tiempos», George Bush.

Tampoco es descartable, como el propio Obama advierte, que no se originen expectativas de imposible cumplimiento. Los poderes taumatúrgicos y milagrosos del nuevo inquilino de la Casa Blanca son limitados, y no está en su poder afrontar y resolver cada situación problemática, de las muchas a las que ya empieza a enfrentarse: las guerras que hereda en Irak y en Afganistán, por ejemplo, y sobre todo, la gran crisis económica a la que habrá que hacer frente como materia prioritaria en los meses, y probablemente años venideros.

Tampoco en estas materias caben milagros súbitos y repentinos, aunque la llegada de nuevos equipos responsables, muchos de ellos con profundos conocimientos y decisión comprobada, es posible que ayude a resolver las más difíciles críticas a las que Occidente se ha enfrentado durante décadas, y tal vez en su historia. Se trata de dejar atrás la recesión y el decrecimiento que a todos nos empobrece, y volver a una situación de crecimiento económico. Es decir, de cambiar la tendencia. Y para ello, estamos viendo el extraordinario coste que se está haciendo imprescindible, para recuperar la confianza tras muchos años de abusos y de descontrol e irregularidades.

Muchos sectores de actividad -la vivienda, el sector automovilístico- confían en el «maná» del que pudiera beneficiarles Obama. Pero también muchos desfavorecidos «clásicos», de siempre, que en los últimos tiempos han visto cómo empeoraba su situación, por ejemplo, con la pérdida de su empleo. ¿Por dónde empezar? Las entidades financieras están siendo punto central de la atención y de la dedicación de los gobiernos, conscientes de que en ellas ha surgido el origen de la avaricia que ha roto el modelo económico en revisión. Pero los ciudadanos contribuyentes son los primeros en reclamar que las ayudas que se den a bancos y otras entidades financieras para revitalizar el sistema, no pueden permitir que, superadas las actuales dificultades, pudiera llegarse a verlas repetidas… Las ayudas de ahora deben ir con el aval de que no será posible repetir la historia de los abusos de bancos de inversión, agendas de recalificación y de los «inventores» de la novísima tecnología financiera, hábiles en escapar de responsabilidades…

Llega Obama al primer mando del mundo en medio de la general esperanza. Y sabe Obama que de su gestión dependerá la suerte del mundo entero, y que todas las miradas están ya puestas en lo que él y su equipo determinen en los días siguientes, en toda suerte de problemas: desde una solución estable para Oriente Medio a la retirada de Irak, pasando por la consolidación de un régimen antitalibán en Afganistán que haga imposible otro 11 de septiembre, como el que humilló y postró el poderío americano. El juego de alianzas, el esfuerzo por hacerse amigos y no más enemigos, parece que es uno de los mandatos que Obama ha trasladado a su secretaria de Estado, Hillary Clinton.

José Cavero.

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