MADRID, 19 (OTR/PRESS)
Desde hace quince años no decrecía la economía española, y desde el Plan de Estabilización de 1959 no decrecía tanto. Exactamente, el 1,6 % . Eso quiere decir que los dos motores del crecimiento, inversión y consumo, están prácticamente parados. Es la primera de las tres malas noticias que nos acaba de dar el Gobierno.
La segunda es que el déficit público (la diferencia entre lo ingresado y lo gastado por el Estado) se encamina hacia la peligrosísima tasa del 6% a finales de este año (5,8% en el cálculo oficial), con un pesimista y expreso reconocimiento por parte del vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes. Ha venido a decir que en cuanto al uso del dinero público como resorte contra la crisis económica ya hemos agotado prácticamente toda nuestra capacidad de maniobra.
Dejo para el final la tercera y la peor de las noticias, por ser precursora de un drama social, Me refiero al paro, naturalmente. Vamos cuesta abajo. A finales de año, una desalentadora cifra muy próxima a los cuatro millones de parados, equivalente a una tasa del 15,9 %. Por desgracia, el optimismo incurable de Rodríguez Zapatero no ha servido para crear puestos de trabajo, si nos atenemos a las cifras que han ido surgiendo mientras el presidente seguía despachando el discurso voluntarista que ha reinado hasta ahora en Moncloa.
Las cosas parecen haber cambiado desde que el Gobierno decidió revisar el viernes pasado sus previsiones presupuestarias. Se puede decir que el discurso oficial sobre la crisis y el modo de afrontarla ha experimentado un repentino baño de realismo. En boca del vicepresidente Solbes, que dio la cara después del Consejo de Ministros, han desaparecido los paños calientes, el camuflaje semántico y la tentación de formar consejos de guerra a quienes la palabra «mentiroso» no se les caía de la boca para referirse a Zapatero y su proverbial exceso de confianza en la salida de la crisis.
«El escenario que contemplamos para los próximos meses es de un crecimiento debilitado, pero no de un estancamiento duradero y, menos aún, de una etapa de recesión», decía hace seis meses el presidente del Gobierno ante el Congreso. Pero la recesión ya es un hecho, incluso entre las propias previsiones oficiales para el año que acaba de comenzar. Había que contárselo a los españoles con toda crudeza y la china le tocó a Solbes.
El Gobierno descubre de repente que es más rentable decir la verdad y anunciar tiempos duros a los españoles, como ha hecho Obama con los americanos, poniéndose en lo peor y anunciando sacrificios a sus ciudadanos. Además Zapatero se ha dado cuenta de que Rajoy no es capaz de capitalizar la crisis desde el punto de vista político. Esa es la clave de este inesperado ataque de realismo en Moncloa.
Antonio Casado.