MADRID, 22 (OTR/PRESS)
Guantánamo tiene casi todas las condiciones para ser un símbolo perfecto de la infamia. Para empezar es un Gibraltar en territorio cubano. Un resquicio colonialista de los intentos de anexión de Cuba que ha realizado Estados Unidos a lo largo de su historia y por lo que atacó a España en la guerra de 1898.
La base naval de Guantánamo es la avanzadilla de agresión en su vertiente militar hacia la revolución cubana desde el mismo día del derrocamiento de Batista. Es, además, un centro de tortura al margen de la Convención de Ginebra y de las regulaciones de derechos humanos internacionales. Es el símbolo, también, de la vulneración de derechos y libertades que con el pretexto de la seguridad ha sido norma de conducta de la administración Bush. Un limbo judicial en donde llevan encerrados casi trescientos prisioneros, algunos desde hace seis años sin ninguna garantía jurídica.
La decisión tomada por Barack Obama en el primer día de su presidencia de suspender los juicios al margen de la legalidad y de dar un plazo para cerrar esa prisión al margen del derecho no sólo es una promesa electoral sino la manifestación de su intención de impregnar sus actos políticos de una magnitud ética.
La congelación de sueldos de altos cargos va en la misma dirección y demuestra que la política de gestos es tan importante como los grandes proyectos y las grandes estrategias. Como punto de partida, no está nada mal. En realidad, el primer día de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos ya ha dejado su impronta.
Carlos Carnicero.