MADRID, 28 (OTR/PRESS)
El tiempo, en la guerra de los espías, corre en contra del PP. Los líderes del partido conservador debieran visitar las hemerotecas para estudiar los periódicos norteamericanos, sobre todo The Washington Post, y conocer lo sucedido en el escándalo Watergate, que obligó, al final del proceso, a la dimisión del presidente Nixon. Claro que Esperanza Aguirre no se parece en nada al polémico presidente norteamericano, pero los hechos empiezan a recordar demasiado aquel episodio de la política norteamericana, aunque de momento lo que se conoce es que los espías madrileños sólo actuaban sobre las distintas facciones de su propio partido.
El tiempo corre a favor de los investigadores y en contra de los investigados, sobre todo del PP como marca electoral y de los líderes en disputa que se están desacreditando día a día en su propio electorado. El desgaste va abriendo unas grietas de crisis que son difíciles de cerrar y señalan una falta de liderazgo de la cual no será fácil recuperarse. Y, sobre todo, hay una pregunta capital: por qué no una respuesta más rotunda y tomar la iniciativa, como la constitución a petición del PP madrileño de una comisión de investigación parlamentaria en la que tengan la obligación de comparecer todos los implicados.
Esta falta de iniciativa invita a pensar que o bien los líderes no conocen la profundidad de los hechos o que no se atreven a destaparlos. Las dos hipótesis son demoledoras. Lo que está claro es que la doctrina de insultar a los periodistas y de alardear de matonismo empleada por el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan José Güemes no funciona.
Carlos Carnicero.
