Fernando Jáuregui – El PP, hacia el abismo… ¿o no?


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

Si Mariano Rajoy pusiese un circo, le crecerían los enanos. En el peor momento de su carrera política, con el estallido de escándalos sin cuento en la Comunidad y el Ayuntamiento madrileños, controlados poco pacíficamente por el PP, el Supremo da un revolcón al partido de la oposición al rechazar que pueda objetarse la asignatura Educación para la Ciudadanía. Era una de las grandes reivindicaciones del PP, junto con el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatut catalán.

Lo cierto es, ya digo, que Rajoy no pasa por sus mejores momentos: un sector mediático se ha lanzado contra él a degüello, correspondiendo, quizá, a la iniciativa de un sector hostil del partido. La imagen reciente de un Rodrigo Rato triunfante, recibiendo un doctorado «honoris causa», con Rajoy como en segundo término, tampoco ha contribuido a hacer muy feliz al presidente del PP en estas horas bajas. Horas en las que incluso se ha lanzado el interesadísimo rumor -pero recogido en algún confidencial_ de que los «poderes económicos» ya han decidido que Mariano Rajoy no sea el próximo candidato del PP, y barajan los nombres de Rato y de Ruiz Gallardón.

Lo siento mucho, pero no me creo esta especie. Los «poderes económicos» carecen de capacidad de presión a estas alturas y, además, sospecho que están bastante contentos bajo el paraguas consentidor del socialista Zapatero. Reeditar viejas historias de los tiempos en los que Manuel Fraga presidía Alianza Popular, cuando los banqueros y la Confederación Empresarial hacían y deshacían a su gusto conspiratorio, parece tarea quimérica y algo pasada de moda. Además, me da en la nariz que Rato no acaba de decidirse a dar el incómodo paso sucesorio, y Gallardón está bastante «tocado» por las consecuencias de la «Batalla de Madrid», que por cierto está siendo peor que la batalla de Brunete.

A Rajoy le quedan, si no se acaba arrojando en brazos de la tentación de continuar con su eterna siesta, bastantes cartas en la manga: por ejemplo, llevar a cabo escrupulosamente la labor de investigación de los escándalos internos en Madrid encargada a María Dolores de Cospedal; luego, dar un puñetazo en la mesa, convocar una convención para tratar el tema y expulsar, si tal fuese el caso tras conocer las conclusiones de esa investigación, a quien deba ser expulsado. La posible -pero, a este paso, cada vez menos probable- victoria electoral del PP pasa ineludiblemente por una clarificación interna: quién manda en el partido, con qué programa y con qué objetivos.

Y pasa también por alejar del electorado cualquier sombra que haga imaginar, siquiera imaginar, que hayan podido existir actuaciones irregulares, sean del tipo que sean. Y lo dicho: caiga quien caiga. Mantener mucho más tiempo esta situación resulta simplemente suicida para los intereses del principal partido de oposición, de la misma manera que resulta todo lo contrario para los del partido en el gobierno. ¿Entenderán esto tan sencillo los «putchistas» del antimarianismo?

Fernando Jáuregui

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