El ombligo de Rajoy


MADRID, 30 (OTR/PRESS)

En Madrid circulan dos versiones para explicar la pasividad -rayana en el pasotismo- de Mariano Rajoy ante el desgaste que sufre el PP por el escándalo del espionaje a altos cargos del gobierno autonómico que preside Esperanza Aguirre.

La primera de ésas versiones asegura que alguno de los dossier que circulan por la capital son obra de gentes (industriales y ex políticos metidos a empresarios), que aspiraban a conseguir determinadas contratos con alguno de los organismos de la Comunidad de Madrid y que con esta práctica ilegal pretendían presionar para conseguirlos.

La otra versión pretende que algunos de los mencionados informes llevarían matasellos de Génova y serían producto de una operación maquiavélica: filtrando a la prensa las informaciones que colocan políticamente a Esperanza Aguirre en la picota, estarían poniendo las bases para librarse de un rival que siempre ha sido muy crítico con el giro político dado por Rajoy tras la derrota en las últimas elecciones.

Parece suicida, Sansón en el templo con los filisteos, pero, de ser cierto, sería la versión que mejor explica la insólita pasividad de un Mariano Rajoy que frente al escándalo que está machacando al PP en las encuestas (media docena de puntos por debajo del PSOE, pese a la recesión económica y a los más de tres millones de parados para lo que Zapatero sólo tiene buenas palabras), se ha limitado a decir que hay que «hay que tener grandeza de miras, porque es el momento de que todo el PP se eleve por encima de su ombligo».

Para saber qué es lo que ha querido decir habría consultar con el oráculo de Delfos, santuario en el que, por cierto, se encontraba el «omfalos», el ombligo más famoso de la Antigüedad.

Fermín Bocos.

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