MADRID, 1 (OTR/PRESS)
La verdad es que a uno le apetece más escribir de la lección de Rafa Nadal en Australia -también de la Federer- que de lo que sucede aquí, entre nosotros. Por ejemplo, de que otra vez la nieve, esperada, pronosticada a tiempo, ha vuelto a poner Madrid patas arriba y algunas carreteras se han convertido en una trampa. Otra vez la improvisación, la falta de respuestas, de soluciones. Como en la economía. Lo de los éxitos, el trabajo, la preparación, el esfuerzo, el liderazgo son cosas de Nadal. Los demás lo suplen con la propaganda. Tal vez por eso el Gobierno pide sitio fijo en el G-20, pero no acude a Davos, donde se discute la situación de la economía mundial y se buscan recetas. Algunos, incluso, prefieren manifestarse a favor de la dictadura en Cuba, en lugar de pedir la libertad imprescindible para sus ciudadanos. Demócratas defendiendo la dictadura. Increíble. Políticos del mismo partido peleándose entre sí en lugar de trabajar unidos para ser una alternativa. Penoso.
Mientras, el Gobierno sigue pidiendo fe, es decir creer en lo que no se ve, y promete que de esta salimos porque somos «fuertes». Otra vez la fe, pedida por un Gobierno que se confiesa laico. Saldremos, claro, pero el problema es quién va a pagar todo esto. Quién va a pagar el creciente endeudamiento del Estado, el agujero de decenas de miles de millones de euros de las cuentas públicas, que pasará factura a toda una generación de españoles en el futuro, cuando ya no estén los políticos que nos gobiernan. Quién pagará el coste del desempleo y de las prestaciones sociales. Quién pagará el coste del posible rescate de los fondos de pensiones anunciado por el Gobierno para quienes vayan al paro. Quién pagará la crisis social que previsiblemente provocará el desempleo de cientos de miles de inmigrantes que han venido a España y tienen derecho a la esperanza. Quien pagará la previsible caída del turismo, una de nuestras principales fuentes de ingresos. Quién pagará el coste social de no acabar con el proteccionismo y abrir las fronteras comerciales en lugar de cerrarlas. Quién va a pagar la subida del 3 por ciento, el doble de la subida de la inflación, a tres millones de funcionarios…
No es fácil explicar cómo el Gobierno apoya a los bancos comprándoles activos, mientras éstos recortan plantillas, cierran el grifo a los créditos, piden comisiones muy elevadas, hasta abusivas, y, sin embargo, mantienen unos beneficios casi escandalosos. Pero no se les puede convertir en los chivos expiatorios de la crisis después de haber dicho que no eran «el problema». Dice Jüergen Donges, uno de los expertos del Instituto de Colonia, que «el problema es que los políticos creen que saben de economía. Hemos tenido ministros de Economía y Trabajo que nunca han visto una empresa». Ni por el forro. Ninguna de las medidas que ha tomado el Gobierno es gratis. El problema es que son ellos quienes las toman y los ciudadanos quienes las pagan.
Francisco Muro de Iscar.
