MADRID, 3 (OTR/PRESS)
Los datos del paro correspondientes al mes de enero han resultado tan horrendos como se nos había anticipado: casi doscientos mil parados más, para empezar el funesto año 2009, y algunos más de seis mil parados nuevos cada día, que proporcionan un total de 3,3 millones de dramas personales y situaciones personales de espanto… Ahora la cuestión es la de los meses anteriores: ¿Algo, en algún momento, frenará esa sangría de los puestos de trabajo perdidos, o seguiremos condenados a sumar otra cifra parecida, algo menor porque febrero es el mes breve, que nos aproxime un poco más al muy trágico y penosísimo guarismo de los cuatro millones de españoles en busca de trabajo, y de medios con los que subsistir.
Los políticos suelen saber poco de esas tendencias, pero no tienen más remedio que «mojarse» ante las reiteradas y coincidentes preguntas que hacemos todos: hasta cuándo la destrucción de empleo, cuándo se modificará la tendencia, cuando alguna medida modificará este estado de cosas que causa tanto desánimo y desaliento? El presidente Rodríguez Zapatero admite que posiblemente estemos en el peor momento de la crisis, y alienta la esperanza de que el plan de trabajos de los ayuntamientos deberán proporcionar nuevos empleos desde el mes que viene, probablemente. ¿Tantos como para disminuir el número de nuevos parados y de empezar a corregir la tendencia del último año y medio? ¿O será inevitable que pisemos la raya roja de los cuatro millones de desempleados? Al ritmo que viene creciendo la fatídica cifra del paro, habrá bastado un trimestre más, y nos habremos situado en esa pavorosa cifra: febrero, marzo, abril…, y nos habremos situado en los cuatro millones de parados.
Y en tal situación, ¿qué o quién podrá poner en marcha un programa de reacción, de salvación nacional o de cómo quiera llamarse al «glorioso invento» de las decisiones extremas? Porque, en efecto, cada vez que una encuesta de la EPA o unos datos del INEM nos siguen hundiendo en las cifras del paro, reaparece la especulación sobre un eventual gobierno de coalición, de concentración, de salvación…, que pudiera sumar los esfuerzos que hoy hacen socialistas y populares cada uno por su lado y a ser posible para desacreditar al adversario. El PP y su líder Rajoy siguen proclamando que el diagnóstico es malo y las soluciones son peores. Zapatero y sus ministros se mueven, resulta indudable, pero no terminan de dar con la pócima milagrosa de la creación de nuevos puestos de trabajo, y muchos menos, de su elemento esencial que es la confianza en un futuro de menor tribulación. ¿Seguiremos hacia los cuatro millones de parados, o se detendrá a tiempo el fatídico y peligroso recuento de trabajadores asalariados o de trabajadores autónomos y de empresas en busca de una oportunidad para que la economía remonte de una vez y se quiebre la temible escalada del paro 2008-2009?
José Cavero.
