MADRID, 5 (OTR/PRESS)
La conformidad o tolerancia de los bancos con los clientes que les deben dinero es semejante al estoicismo de un león hambriento ante una pieza de carne de gacela. Sin embargo, hay dos tipos de clientes con los que los bancos muestran una condescendencia casi conventual, una caridad casi evangélica: los que le deben mucho dinero y los partidos políticos. Sigue vigente el principio de que si le debes diez mil euros a un banco tienes un problema con el banco, pero si le debes mil millones de euros es el banco el que tiene un problema contigo. En la segunda categoría (primera en aguante) se sitúan los partidos políticos. A cualquier cliente moroso se le envían apremios e intervienen los servicios jurídicos de la entidad, después de numerosas cartas en las que se le recuerda al moroso los perjuicios de un embargo. A los partidos políticos, no.
Cuando un partido político deja un pufo en el banco o en la caja de ahorros correspondiente, los directivos de la entidad parece que no se enteran, que se han olvidado. Es más, las deudas aplazadas acumulan intereses de mora… pero no en las deudas de los partidos políticos. Y hay casos, algunos de los cuales ha saltado a la Prensa, en los que la deuda, se condona misteriosamente, aquí no ha pasado nada, qué le vamos a hacer, ya ganaremos dinero con el que se asusta ante la amenaza. Si los bancos hubieran tenido el mismo comportamiento con el resto de los clientes, hoy estarían en bancarrota.
Cuando digo partidos políticos quiero decir PSOE, PP, IU, CiU, PNV y algún otro. Esta paciencia extraña y poco sólita no tiene luz ni taquígrafos. Ni el acreedor, ni el deudor están interesados en que lo sepa el público que tanto les quiere y tanto les vota. Es una paciencia a oscuras. Por eso, cuando sale don Miguel y habla de que se termina la paciencia, tiene que acudir el que está en los secretos para hablar de que hay mucha paciencia… tanta como la que tienen los bancos.
Luis Del Val.
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