MADRID, 10 (OTR/PRESS)
El PP dio el lunes todo un espectáculo con el anuncio de la dimisión del alcalde de Boadilla, Arturo González Panadero, y la destitución de otros dos altos cargos expulsados también por Esperanza Aguirre. Al mediodía Mariano Rajoy anunciaba la referida dimisión, más tarde el interesado la negaba, y fue preciso esperar a la noche para ver confirmada su marcha del cargo.
Hoy se cuenta que los tres altos cargos expulsados por la presidenta de Madrid y del PP madrileño, el consejero de Deportes, Alberto López Viejo, el mencionado alcalde de Boadilla y el ex alcalde de Majadahonda, Guillermo Ortega, acumulaban denuncias por corrupción de los grupos de oposición desde 2003.
Dicen los medios informativos que Aguirre ha sacrificado a estos cargos ante el alud de sospechas, y así lo proclama cuando informaciones periodísticas insisten en apuntar a la presidenta en el otro caso de probable corrupción que se viene considerando, el de los llamados «espías»: la crónica de Francisco Mercado, en El País, asegura hoy que los espías son de la Consejería de Interior, según informes caligráficos sobre los partes de seguimiento del PP en Madrid.
Dos peritos han concluido que varias notas manuscritas de los partes de espionaje corresponden a uno de los hombres de confianza de Sergio Gamón, en Seguridad, quien de ese modo pasa a ser denominado «jefe de los autores de los manuscritos».
El embrollo, por consiguiente, es mayúsculo, con esos dos frentes de actuación y de sospecha, que ponen de manifiesto la acusación velada que Rajoy había dirigido hace unos días a «la lideresa» Aguirre: Hay que saber a quiénes se tiene por debajo…
Pero, centrándonos en el caso del alcalde de Boadilla, el más llamativo y hasta espectacular, llama la atención el «papelón» que tuvo Mariano Rajoy, primero como líder firme y decidido, y que a lo largo de todo el día tuvo que ratificarse en esa primera impresión, que a punto estuvo de verse desmentida por la resistencia a dimitir de González Panadero. Rajoy estuvo acompañado en sus anuncios y decisiones por dos «pesos pesados» del PP, Javier Arenas y Federico Trillo. Y cuando hacía uso de autoridad y firmeza, se veía desmentido por un alcalde «en rebeldía»… Sólo a última hora, y tras un encuentro del alcalde y sus concejales con la dirección del partido, González Panero aceptaba, finalmente, dimitir.
El presidente del PP ha convocado para este miércoles una reunión del comité ejecutivo nacional extraordinario, en el que se examinarán esos dos asuntos probablemente turbios y coincidentes en deteriorar la imagen del PP madrileño. Es probable que Rajoy dé nuevas muestras de su liderazgo «firme y decidido», contrariado por la serie de informaciones que se vienen cebando en las buenas prácticas de su partido. Ayer anunciaba su decisión de proceder a la expulsión inmediata de cualquier militante que se vea implicado en prácticas de dudosa legalidad o ética.
Pero posiblemente llegan demasiado tarde estas medidas. Desde algún medio informativo se recuerda que el PP mantiene como presidente de la diputación de Castellón a Carlos Fabra, imputado en varios delitos fiscales y de tráfico de influencias.
Rajoy confía en que esta serie de asuntos escandalosos no le enturbien el resultado electoral del primero de marzo, en Euskadi y Galicia. Y más lejos aún, en las elecciones para renovar el parlamento Europeo, en el mes de junio. Pero nadie duda de que el comienzo de la temporada electoral no podía ser peor.
No sólo queda en entredicho la autoridad de Rajoy, de quien se han venido reclamando actitudes y actuaciones más severas y contundentes: tampoco se libra Esperanza Aguirre en su doble condición de presidenta de la Comunidad y presidenta del PP madrileño. También se verá forzada a actuar con determinación y coraje, cortando con algunos colaboradores de quienes se ha venido sirviendo pero que ya le resultan insoportables de mantener.
