MADRID, 13 (OTR/PRESS)
Están haciendo cosas que ofenden a la verdad, claro, pero sobre todo a la inteligencia de los ciudadanos, que no se les ocurrirían ni a unos niños de primaria. Y se están haciendo unas fotos de las que luego tendrán que arrepentirse, porque la constancia gráfica de los disparates y las conductas ridículas no perdona después a sus autores. Con todo, lo más grave son las ofensas a las instituciones del Estado y a las personas que las representan, pues me parece que apenas salvan otra cosa que a la Corona.
El ensañamiento con el juez Garzón, con la fiscalía y con el ministro de Justicia es algo ridículo, tosco, que rezuma una suprema incapacidad para inventarse argumentos mínimamente serios y consistentes. A los contundentes indicios, en algunos casos pruebas ya, responden sólo con improperios y con obscenidades y siempre matando al mensajero. Las llamas les rodean por todas partes y sólo ven unas cerillitas en el interior de sí mismos. La vicepresidenta del Gobierno lo ha dicho bien: en lugar de colaborar con las Justicia lo que hacen es atacar a la Justicia.
Sólo les faltaba la inoportuna publicación del sondeo de enero del CIS, en el que no consiguen sacar provecho electoral de la crisis económica, con la terrible constatación de que el trabajo de campo estaba realizado mucho antes de la devastadora tempestad del espionaje y de la corrupción masiva que cerca al partido. No quiero imaginar lo que dirán las encuestas de los próximos días o semanas. De momento, en las gallegas y vascas los datos demoscópicos no les dan ninguna esperanza. Algunas de las fotos aludidas son las que muestran patéticamente a Trillo y a Soraya con el frenético ir y venir de los intentos de recusar al juez Garzón con base en la nada más absoluta. Pero cero esfuerzos por facilitar a la Justicia el cumplimiento de su cometido. Pagarán muy caro todo este vodevil también. La última conmoción es el anuncio del juez instructor de que tiene indicios contra diputados y altos cargos regionales del partido en la trama de corrupción político-urbanística. Lo que nos queda por ver.
