Se está haciendo muy tarde


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

El gran problema de nuestro país es el paro, y por pasiva la pretensión de que la clave de la salida de la crisis es el abaratamiento del despido viene a ser que la culpa de la crisis es que despedir a los trabajadores es muy caro, cosa que es un esperpento y un sin sentido que no merece más comentario por que se explica solo.

¿Por qué los españoles destruimos el doble de empleo y camino del triple que el resto de las economías de nuestro entorno?

Esa es desde mi punto de vista la pregunta que los defensores del «despido barato» deberían poner sobre el tapete político, de la CEOE al Gobernador del Banco de España o – con la boquita más pequeña – también el PP. Una pregunta que, en mi opinión, tampoco el gobierno parece tener la menor intención de plantearse a sí mismo para no tener que obrar en consecuencia

Según un amplio abanico de expertos de todo pelaje ideológico, la razón por la que la crisis del sistema financiero internacional – repitámoslo una vez más: crisis del sistema financiero internacional no del mercado laboral – se está cebando con el empleo en nuestro país es de la brutal dependencia de nuestra economía del monocultivo del «ladrillo», que ha entrado en barrena por el pinchazo de la construcción y de las hipotecas, no solo por el cerrojazo de los grifos del crédito bancario pero sobre todo por eso. Hasta que algún gobierno agarre este toro por los cuernos y empiece a sentar las bases de un nuevo modelo económico que diversifique los riesgos – lo de poner los huevos en distintas cestas, para que se entienda mejor – la parte «hispano-española» de esta crisis, el penoso hecho diferencial de que tenemos más parados y destruimos más empleo que nadie, no va ni a empezar a remontar, advierten políticos del gobierno (en privado) y de la oposición y los sindicalistas más decentes.

Pero, cuando los bancos ataban los créditos con longanizas porque parecía que la gran fiesta del «consume que algo queda» era una fiesta sin fin, y ahora que llueve hielo con la excusa de que lo que procede es ampliar el paraguas de la protección social, las famosas reformas estructurales (porque de eso estamos hablando, de un cambio de modelo productivo) siguen esperando su turno en la carpeta de asuntos pendientes. Es verdad que en el último pleno del Congreso sobre el Paro Rajoy le ha pedido a Zapatero reformas estructurales y Zapatero ha dicho que recogía el guante, pero para empezar a contrastar posiciones, y sin poner fecha. ¿Palabras? Esperemos que no, por la cuenta que nos tiene. En las tareas políticamente incómodas en las que hay que adoptar medidas antipáticas, como es el caso, el «cuando» es lo importante. Cuanto antes mejor dada la galopada del paro y la tragedia que encierra, eso sería lo responsable según dicen los expertos. Aunque quite votos en vez de darlos.

CONSUELO SANCHEZ VICENTE

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