Rafael Torres – La sucia mirada de la televisión


MADRID, 16 (OTR/PRESS)

El aquelarre que organizó la televisión, todas las cadenas, cuando la desaparición y posterior hallazgo de los restos de las niñas de Alcásser, empalidece al lado de éste que, de nuevo al unísono, están montando a cuenta del asesinato de Marta del Castillo, del dolor de su familia y del submundo adolescente.

Entonces, cuando los depravados Anglés y Ricart secuestraron, atormentaron y dieron muerte a las niñas, la televisión se refociló sin medida en ello, pero llegó tan lejos en su insania y en su bestialidad, que, pasado el subidón y hecho caja, decidió utilizar un chivo expiatorio para exonerarse de responsabilidad y de culpa. Aquél chivo expiatorio fue Nieves Herrero, que tuvo que correr ella sola con el gasto de lo que habían consumido todos, y que, infamada y escarnecida, vio declinar de súbito su hasta entonces exitosa carrera profesional en la televisión.

¿También ahora, cuando remitan las jornadas de búsqueda del cuerpo de Marta en el Guadalquivir, de exhibir impúdicamente la desesperación de los deudos y de escudriñar en los más sucios y abisales fondos del asesino adolescente y de su cómplice, también ahora, o sea, luego, buscarán un chivo expiatorio para atribuirle la autoría de todos los excesos? ¿Y quién habrá de ser el elegido o la elegida? ¿Qué cadena, qué locutor, qué periodista o qué contertulio se habrá distinguido más en el tratamiento grosero, morboso, frívolo o espectacular del suceso? ¿O se elegirá el chivo a voleo, o dependiendo de la envidia que despierte y del número y la fuerza de los que pretendan derribarle para ocupar su puesto? ¿O no habrá chivo expiatorio ésta vez, y se quedará tan a gusto y complacido el rebaño?

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