Carmen Tomás – Arreglos políticos


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

La crisis financiera está haciendo estragos. Cientos de miles de españoles han perdido su puesto de trabajo o han cerrado su pequeño negocio. Todos somos más pobres como revelan las cifras de la contabilidad nacional. Sin embargo, algunos no están haciendo los deberes. Muchas constructoras grandes han recibido favores políticos y bancarios para seguir como si nada pese a sus dificultades financieras. También alguna caja de ahorros intenta tapar sus vergüenzas con la ayuda del gobierno.

Estos días se habla mucho de la situación que atraviesa la Caja Castilla La Mancha. No hace mucho vimos cómo el segundo abandonaba la institución y en las últimas horas han salido por piernas los consejeros sentados a propuesta del PP. Se le ha buscado novio y parece que se le ha encontrado a la fuerza. El «muerto» le ha tocado en suerte a Unicaja que se ha resistido ante la casi certeza de que será un lastre para la caja andaluza y que puede afectar incluso a su solvencia.

El Gobierno se ha hartado de gritar a los cuatro vientos que el sistema financiero español primero iba a ser inmune a la crisis de liquidez y solvencia global y luego que a pesar de afectarle no pasaba nada, sólo había que articular medidas para que pudieran bancos y cajas funcionar con cierta normalidad. Sobre todo para que afrontaran sus pagos en el exterior más que desde luego para crédito. Pero, claro, la mala gestión en alguna entidad, el aumento escandaloso de su morosidad, muchas veces lograda por encargos políticos, ha aflorado y ahora hay que taparla como sea máxime si está dirigida por un socialista, en este caso por Hernández Moltó.

La intromisión del poder político en las cajas llega así a su punto álgido y en lugar de aprovechar la crisis para reformar y regenerar las cajas, se pretende tapar. Estaría bien que el gobernador del Banco de España, tan callado durante tanto tiempo, dejara muy clara su postura en este caso y en otros que puedan venir. No vale con decir que quizás haya que intervenir alguna caja, hay que tomar medidas contundentes y no dejar que el riesgo se traslade como un veneno a cajas que, en principio, han hecho bien las cosas. Sobre todo habría que dejar bien atado que no nos cueste un duro a los españoles. Si ha habido mala gestión hay que saberlo y las autoridades obrar en consecuencia.

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