Fermín Bocos – Poli bueno, poli malo


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

En lo que se refiere al problema de la inmigración a Alfredo Pérez Rubalcaba le ha tocado hacer el papel de poli malo. Naturalmente el papel de poli bueno se lo ha quedado para él el presidente Rodríguez Zapatero.

En el congreso en que fue elegido secretario general del PSOE, Zapatero dejo dicho que a un país también se le mide por cómo trata a sus inmigrantes y, de acuerdo con esta doctrina, Jesús Caldera hizo una ley que permitió la legalización de miles de personas que trabajaban en España, pero que habían llegado de ilegales.

Aquella fue una ley controvertida pero sin duda necesaria puesto que venía a legalizar a quienes ya estaban con nosotros, la mayoría con un puesto de trabajo. Pero la realidad es que la inmigración ilegal ha terminado convirtiéndose en un problema, a veces con tintes dramáticos con la llegada de pateras llenas de inmigrantes subsaharianos, hombres y mujeres que llegan a nuestras costas con el sueño de una vida mejor.

Un país tiene derecho a organizar el flujo inmigratorio, eso es evidente, y para ello lo primero sería controlar las fronteras por donde entran. Ahí es donde se tiene que aplicar el ministro del Interior, además de intentar lograr acuerdos con los países de origen de los inmigrantes ilegales para que les vuelvan a acoger.

Pero la orden del Ministerio del Interior a las comisarías de perseguir a inmigrantes ilegales fijando cupos ha provocado críticas incluso de los propios sindicatos policiales, lo que ha llevado al ministro Pérez Rubalcaba a dar explicaciones, porque el ministro siempre tiene buen olfato para detectar lo que no soporta la opinión pública.

Y la opinión pública en este terreno es contradictoria. Por una parte los ciudadanos se quejan de la inmigración ilegal y por otra no quiere que se persiga a quienes ya están entre nosotros. O sea, la cuadratura del círculo. Y ahí es donde tiene que moverse Pérez Rubalcaba. Mientras el presidente Zapatero es la cara amable frente a la inmigración al ministro Pérez Rubalcaba le toca el papel de malo, es decir le toca poner orden en la inmigración ilegal y, claro, eso siempre es impopular.

Quizás lo que no se nos debería de olvidar, tampoco al ministro, es que detrás de cada inmigrante hay un sueño de una vida mejor, y que merece la pena que hagamos lo imposible para ayudarles a convertir en realidad ese sueño, aunque eso signifique vivir en la contradicción. Mientras, cada cuál tiene que hacer su papel, Zapatero el de poli bueno, Rubalcaba el de poli malo. Conociendo al ministro estoy seguro que no le gusta nada el papel que le ha caído en el reparto.

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