José Cavero – La primera huelga de jueces


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

La controversia de si tiene cabida en la regulación del Estado una huelga de los funcionarios del Estado dedicados a impartir Justicia no ha tenido utilidad práctica y, pese a manifestarse contrarios la mayor parte de los expertos, los jueces y magistrados de treinta y dos ciudades se sumaron a la convocatoria de paro. Unos 4.400 jueces están llamados a parar, en reclamación de más medios y más jueces, y dicen que para protestar por su excesivo trabajo.

Los convocantes, las asociaciones Francisco de Vitoria y Foro Judicial, que reúnen a algo más de 700 jueces, estiman que pudieran sumarse el setenta u ochenta por ciento de esos cuatro mil cuatrocientos totales. Y a lo largo de este miércoles habremos tenido oportunidad de comprobar en qué medida un día sin jueces, o sin una parte de ellos, modifica algo el panorama previo de una justicia lenta y que acumula miles y miles de asuntos por resolver, algunos desde hace muchos años.

La tarea judicial ha estado en entredicho largo tiempo: ¿trabajan lo suficiente nuestros jueces y magistrados? Hay de todo, naturalmente, pero muchos de ellos admiten que no todos «se ganan el sueldo» por su escasa afición a llegar a la hora a su despacho y trabajar un número de horas adecuado. Otros, en cambio, dedicados de forma vocacional a la sagrada tarea de impartir justicia, y de determinar si una persona tiene acreditada su derecho a la libertad o conviene a la sociedad apartarlo y privarlo de ese derecho elemental, se esfuerzan en el compromiso de «sacar adelante» una tarea para la que cuentan con unos medios escasos e incluso insuficientes.

El desarrollo de la convocatoria de esta huelga ha tenido una complicada gestación, por el desacuerdo mostrado ante las instituciones que han participado en la negociación que trató de evitarla. Ni el Ministerio de Justicia ni el Gobierno de los Jueces, o Consejo General del Poder Judicial, lograron convencer a estos dos grupos de jueces, frente a los otros dos, los mayoritarios, que preferían apurar la negociación y aplazar la convocatoria del paro.

El CGPJ, así las cosas, no quiso participar en la fijación de los servicios mínimos, por lo que se han encargado los integrantes del propio Comité de huelga. Su garantía de que no se dejará de prestar ningún servicio que afecte a derechos fundamentales no ha disuadido para que la mayor parte de los convocados al paro haya preferido quedarse en casa…

En Madrid, por si fuera poco, la convocatoria de huelga ha coincidido con el paro que desde el lunes vienen llevando a cabo tanto los jueces como los funcionarios de las Oficinas de Justicia en protesta por la promesa incumplida por la consejería de Justicia e Interior de la comunidad autónoma de elevar los salarios. Francisco Granados, el referido consejero, tan invocado por causa del escándalo llamado «de los espías», los seguimientos y los informes sobre personalidades del PP madrileño, ha explicado que su Gobierno, el de Aguirre, no dispone de liquidez suficiente para afrontar ese compromiso de gasto.

Pero de esta otra huelga, muchos medios y portavoces políticos prefieren no hablar e incorporarla al plante global de los jueces y a sus reclamaciones coincidentes: más medios, mejores sueldos, más personal, más informatización de los servicios judiciales…

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