Andrés Aberasturi – Otra vez hay que decirlo: «no es esto, no es esto»


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

Me pierdo; no doy crédito a tanta ruindad y a este derroche inmoral de hipocresía, chulería, desprecio por la Ley, prepotencia y desfachatez. Podría seguir juntando adjetivos pero ¿para qué? Una vez más España -los poderes que nos gobiernan- nos hacen repetir las palabra de Ortega «no es esto, no es esto» y quiero convencerme de que este no puede ser el partido que fundara Pablo Iglesias, en el que militaran desde su altura humana e intelectual gentes como José Prat, por poner un ejemplo. Este no puede ser partido de Felipe González -el de los primeros años- ni el de Nicolás Redondo, ni el de Javier Solana, ni de Jáuregui, ni de Leguina ni tantos nombres que nos hicieron creer que había otra forma de hacer política.

No es fácil encontrar en la historia de nuestra democracia un comportamiento tan absolutamente impresentable como el que está aireando estos últimas semanas el Gobierno de la nación y el partido que lo sustenta. Y que no nos vengan con la independencia de los poderes porque, una vez más, habría que volver a decir que el ciudadano no es imbécil. Si ya era difícil digerir a un ministerio absurdo al mando de una absurda ministra cuya principal aportación ha sido aportar el palabro «miembra», si ya era complicado entender a otra ministra, la de Fomento, que se asombraba de que al personal no le gusten nada las filtraciones, nos llega ahora Bermejo dando su peculiar espectáculo cómico-taurino y saltándose, con una chulería propia de otras épocas, las leyes que rigen para todos los ciudadanos. No hay quien de más. Y los de su bando gritándole «torero, torero» en el hemiciclo.

Es Bermejo, el ministro que cambia con toda facilidad la seda del cazador de élite por el percal de la invocación al proletariado. Es Bermejo que no sabe ni geografía de España. Es Bermejo, contra el que están todos los jueces (hagan o no huelga) menos uno llamado Garzón que, una vez más, está instruyendo una causa que muy posiblemente se quede, como otras de las suyas, en absolutamente nada y esta vez con dos agravantes: por una parte es posible que cuando pase a otros tribunales, toda la instrucción no pueda tomarse en cuenta.

Por la otra, se trata de una instrucción que nunca debió aceptar Garzón después de haber sido número dos del PSOE por Madrid y haber dicho las cosas que dijo en varios mítines sobre el PP. Puede que sea legal, pero resulta tan sospechoso, tan inmoral, que repugna a una conciencia recta.

Hasta el diario «El País» -receptor beneficiado de todas las filtraciones- escribía hace un par de días: «Dos más que quedan en libertad. Y van nueve de los 12 que hasta el momento han sido interrogados». No sé si le molesta al cronista de El País, pero es verdad: de todo lo que a la gente se la ha presentado como la gran trama de corrupción del PP, resulta que, por ahora, 9 de los 12 interrogados están en libertad. No es fácil admitir todo eso cuando se titula a cinco columnas (algo bastante inusual en «El País») «El fiscal implica a Camps en la trama». Luego ocurre que se trata de saber si unos trajes que se compró el presidente valenciano los pagó (cinco mil euros) él o se los pagaron según pudo insinuar una señora en una conversación telefónica que al parecer se lo había oído a otra y que no sabe nada de nada según confesaba ayer mismo. Con cinco mil euros se pueden comprar unos 20 trajes en la sastrería en cuestión. No le veo yo a Camps haciendo esos pedidos; pero el titular, a cinco columnas, está ahí y ahí permanecerá para Historia.

De quien ha filtrado todo esto, no parece que le preocupe a nadie mas que al PP. De la indefensión evidente de algunos imputados -y hasta no imputados (al menos todavía)- que se enteran por el periódico de que son sospechosos, nadie dice nada salvo ellos mismos. Todo da igual y cuando se pregunta por los ya próximos 4 millones de parados, te dicen que lo haces para ayudar al PP con cortinas humo. Que pregunten a los parados y sus familias qué humo les preocupa más. Pero ya digo, es igual; no importa nada, sólo asegurar unas elecciones, huir de la realidad de la forma que sea. ¿Tendrá un precio todo este globo de iniquidad política urdido por quién sabe quién y dónde si al final queda en nada? No; no pagará nadie y sólo quedará el daño a terceros y la sombra de la duda. Necesitamos con urgencia una inyección no de fondos para los bancos sino de regeneración política, un poco de honradez y mucha responsabilidad con lo que se hace, con lo que se dice y con lo que se escribe.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído