Carlos Carnicero – Zapatero prisionero de su Gobierno


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

El presidente es fundamentalmente un táctico y un amante del marketing. No es hombre de grandes estrategias ni de grandes proyectos. Su formación política se inició en el navajeo de las juventudes socialistas, lo que hizo de él un político desconfiado y solitario: no le gusta compartir ni los postres. Su bagaje intelectual es escaso y es reciente su afición por la economía, acuciado por una crisis económica que se negó a reconocer hasta caer en el ridículo.

Ahora Bernardino León se encarga de enseñarle el Mapamundi para desentrañar los intereses de España, pero sólo cuando le entró la angustia por no poder asistir a la reunión del G-20: entonces le vendió su alma a Nicolás Sarkozy por un sillón en el Washington en donde todavía reinaba Bush pero sólo por unas horas más. Lo que le ha salvado siempre es su instinto de jugador de póker. Siempre tiene una carta en la manga de la que nadie tiene noticia.

Sus errores estratégicos sólo le han permitido sobrevivir con la ayuda inestimable del líder de la oposición, que al final es el valor más sólido del presidente de Gobierno, su más firme aliado: en los momentos cruciales, cuando la derecha dura se siente como una amenaza, el PSOE toca la corneta y centro izquierda, incluidos muchos nacionalistas periféricos, acuden en su defensa.

Ahora Zapatero tiene un Gobierno que le pesa como una losa y del que tiene que tirar como de un carro de Bueyes en el que ni siquiera hay yunta: está sólo. Los independientes se han diluidos en la mediocridad más absoluta; sus flechazos más sólidos han caído en el desamor, del que Miguel Sebastián es testimonio patético. Pedro Solbes ya no sabe que decir que no tenga respuesta instantánea desde el banco de España, el FMI o la Comisión Europea.

Para la vicepresidenta, las ruedas de prensa son una bota malaya. Alfredo Pérez Rubalcaba que es incombustible incluso en una explosión de queroseno, se salva porque además de ser el más listo tiene controlado el pulso con ETA. Lo demás, el vacio. No, el vacio no. El vértigo de un Ministro de Justicia que pesa como un mal matrimonio. ¡»Torero, torero¡» le chillaban las bancadas socialistas para las que la bronca es un consuelo. El «torero» ha sido atropellado pero ni siquiera por un toro. Lo ha dejado fuera de juego un venado cazado sin licencia. ¡Será posible, fiscal, ministro de Justicia y sin papeles¡ Y ni siquiera ofrece su dimisión. No hay forma de obtener el divorcio de Bermejo sin darle aire al PP.

Ahora Baltasar Garzón, que es el juez de confianza, el puntillero de Alfredo Pérez Rubalcaba, se ha convertido también en un problema. Sus crisis de ansiedad son el anuncio definitivo de su declive: querer meter en la cárcel a Franco y acabar con el PP en un mismo semestre es demasiado incluso para Garzón. Ya no tiene quien le defienda salvo quien le debe favores que no se amortizan en una vida. Ahora Zapatero tiene que tirar de un Gobierno que pesa demasiado y le falla el resuello. El eligió un gobierno dócil que se ha constituido en una tragedia.

Carlos Carnicero

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