Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – El abismo de la recta final


Los estados mayores de los dos principales partidos a escala nacional, el PSOE y el PP, confían -o temen, según los casos- en que la recta final de las campañas vasca y gallega incline las balanzas que los sondeos de este domingo mostraban tan indecisas. Cinco días de mítines, discursos, apariciones en los medios, cinco días que pueden dar un vuelco a la situación «de siempre» en el País Vasco y que pueden hacer que el Partido Popular regrese al gobierno de la Xunta gallega. O que, por el contrario, podrían traer más de lo mismo: otros cuatro años de Ibarretxe y su tripartito (o cuatripartito, en esta ocasión, con la incorporación previsible de Aralar) y un mandato más para la coalición de socialistas y nacionalistas en Galicia.

Tengo para mí que la incertidumbre, la indecisión, que mostraban de manera unánime las encuestas, se resolverá no solamente en función de las estrategias de última hora en las campañas a nivel local: lo que viene ocurriendo en Madrid, en Valencia, en otras tantas partes de España, también ejercerá una indudable influencia en el resultado que arrojen las urnas. Ese «escaño tambaleante» que decidirá las mayorías absolutas en el País Vasco y en Galicia puede «caer» de un lado u otro en función de lo que ocurra en los juzgados, o en la asamblea de Madrid, más que en base a lo que se haga o diga en las autonomías en liza.

Y la verdad es que tenemos la sensación de que la semana que comienza no va a estar precisamente exenta de acontecimientos. Es imposible desconocer que los casos de corrupción en círculos próximos al PP (y, aunque menos, al PSOE) que copan las portadas de los periódicos, los «affaires» de espionaje, los despilfarros en ayuntamientos y autonomías denunciados por los medios, las andanzas del juez Garzón -que esta semana se inhibe del «caso Gürtel»-, las cosas pintorescas que hacen algunos ministros, son asuntos, todos, que pesan sobre el ánimo del electorado.

La mayor parte de esas noticias, me da la impresión, ha dejado de ser divertida para transformarse en factor de indignación para los ciudadanos, es decir, para los electores. Puede que bastantes muestren su estado de ánimo votando al que no está en el poder, o dejando de votar al que albergue en su seno los mayores escándalos. O podría ser, si se estudian a fondo algunos de los sondeos que aparecían este domingo, que no poca gente simplemente se abstenga de ir a votar, lo que nunca se está seguro de a quién puede favorecer; desde luego, no a la democracia.

El caso es que, hasta ahora, las dos campañas electorales han discurrido en un tono frío, con mensajes poco relevantes y con un ojo más pendiente de las explosiones políticas en los feudos del PP, Madrid y Valencia, que en los problemas y debates en el País Vasco y Galicia. Y lo mismo puede decirse de las lecturas «nacionales» de ambas elecciones, que provocan más pasiones que las apuestas sobre quién ocupará los despachos de Ajuria Enea y San Caetano: cuánto puedan afectar los resultados a la supervivencia política de Rajoy, por ejemplo, como si estos comicios autonómicos fuesen unas elecciones primarias. O si, tras las elecciones, Zapatero se lanzará por fin a esa remodelación ministerial que se pide a gritos desde todos los ámbitos.

Y, sin embargo, es mucho lo que se juega en estas elecciones, especialmente en el País Vasco. Que los socialistas, y no los nacionalistas, Patxi López, y no Ibarretxe, ocupen el poder en Euskadi significa mucho más que un mero relevo de caras y de siglas: todos hablan, con absoluta naturalidad, del «bloque no nacionalista» compuesto por el PSE y el PP, frente al conglomerado que integran el PNV, EA, EB y Aralar. Un gobierno de socialistas apoyado, aunque sea desde lejos, por los «populares» de Basagoiti significaría una nueva relación con el gobierno central, un nuevo concepto de la lengua y el bilingüismo, nuevos esquemas políticos en lo referente al autogobierno y puede que incluso nuevas formas para tratar a ETA, esa pesadilla que nos ahoga desde hace cuarenta años y que está constantemente, también en esta campaña, amenazando la tranquilidad de todos los españoles.

Estemos, en fin, atentos a la recta final, pendientes de los últimos mensajes de los líderes políticos, curiosos ante las tácticas y las estrategias de última hora. Puede que estas elecciones hayan sido, si consideramos los discursos y los programas, unas más; incluso es posible que las respectivas campañas hayan resultado aburridas, que los candidatos no sean realmente el colmo del carisma. Pero lo que ocurra el próximo domingo será el primer hito en un año tan importante, tan decisivo, como este por el que estamos transitando.

FERNANDO JAUREGUI

SUPERCHOLLOS

¡¡¡ DESCUENTOS SUPERIORES AL 50% !!!

Las mejores descuentos de tiendas online, actualizados diariamente para tí

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído