Fermín Bocos – La izquierda no caza


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

Fernández Bermejo estaba sentenciado. Políticamente quemado. Esa era la opinión dominante en los círculos socialistas. Dicen quienes le han visto chocar con los jueces en huelga que el impulsivo que lleva dentro había convertido en un político autoritario al fiscal valiente que en su día se enfrentó con coraje a los excesos del franquismo judicial.

Puede que la huelga de jueces -un paro sin precedentes en la Historia de España-, haya sido la gota que ha desbordado el vaso de los intangibles que en términos de imagen tanto cuida Zapatero, pero lo cierto es que en ése mismo registro, Fernández Bermejo había cometido antes un error mucho mayor: desenterrar la memoria de la «escopeta nacional» -y con ella una de las más rancias imágenes del tardofranquismo-.

Un ministro de Justicia no puede cazar sin licencia y tampoco puede hacerlo en compañía del juez (Baltasar Garzón) que instruye un caso de corrupción en el que están implicados personajes del partido político de sus adversarios. Semejante falta de sensibilidad y cálculo político le ha perdido. Por eso ha presentado la dimisión. Por eso y porque sus compañeros de Gabinete le dejaron solos frente a Rajoy en la última sesión de control en el Congreso.

Ahora que ha dimitido es probable que entienda el significado último de una frase que se escuchaba mucho estos días entre gentes del PSOE:»la izquierda -decían- no caza, esa es costumbre de la derecha». Por no entender eso -entre otras razones-, es por lo que ha tenido que dimitir Mariano Fernández Bermejo.

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