Pedro Calvo Hernando – El clavo ardiendo y el mal negocio


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Se les cayó el clavo ardiendo al que agarrarse en su desesperado intento de disimular sus propias tragedias con las comedias de los demás. En el PP bramaban por la dimisión de Bermejo pero no la querían de verdad ya que la salida del ministro supondría la desaparición brusca de ese telón de humo que creían bastaría para tapar la inmensa red de corrupción -presunta, pero inmensa- que les rodea. Ya dije que me parecería injusto que Bermejo dimitiera antes de que lo hicieran Camps y Aguirre, y debí añadir, entre otros, a Fabra, a Rajoy o a Trillo. Una vez dimitido el ministro de Justicia, ya se ve que los socialistas la emprenden de momento con Federico Trillo, aguerrido justiciero en la exigencia del cese del de Arenas de San Pedro, Trillo, responsable político de la tragedia del Yak-42 y del reparto equivocado de cadáveres, ministro de Defensa a la sazón, que no dimitió jamás, pese al clamor mundial por que dimitiera, en aquella ocasión sí, con toda la razón divina y humana. Y no digamos el de los hilillos del Prestige o los entusiastas cazadores y esquiadores mientras que el buque se hundía con ochenta mil toneladas de crudo a arrasar las costas.

Pienso que el PP no ha hecho buen negocio con la operación Bermejo, porque ahora ni el Gobierno, ni el PSOE, ni los medios amigos o neutrales van a pararse ante ninguna contención para machacar al partido de Rajoy por todos los flancos abiertos en materia de megacorrupción, de espionajes y de divisiones y luchas internas por el poder. Nadie se sorprenda si esa casi elegancia con la que han venido tratando los desmanes aludidos se transforma en furia justiciera, Dios no lo quiera. Pero es que el solo hecho del cese-dimisión de Bermejo va a ser utilizado por los socialistas como el gran referente de lo que los otros tienen que hacer con los aquejados de motivos millones de veces más graves para dimitir o ser cesados. Con todo lo cual no pretendo ignorar -aislado el caso- que había razones para el cese y que además les convenía políticamente a Zapatero y los suyos, una vez que el PP había conseguido transformar el asunto en una pantalla, en un arma electoral y en un pretexto de desgaste.

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