¿Y el líder?


MADRID, (ABC)

El asunto tiene miga. Llevamos tres décadas oyendo que Estados Unidos está en decadencia y llega la Gran Depresión II y todos los ojos se vuelven hacia Washington.

Y las miradas no son airadas, sino implorantes. Políticos e intelectuales de izquierda, que se quejaban amargamente del exceso de poder americano en el escenario internacional, coinciden ahora en que sólo unos revitalizados EE.UU. impedirán que la economía mundial siga hundiéndose en el abismo.

No es sólo Zapatero -dispuesto incluso a acoger en España a terroristas presos en Guantánamo y a despachar más tropas hacia Afganistán- quien han cambiado súbitamente.

De repente, la gente parece haberse dado cuenta de que Rusia, China, India o la UE carecen de capacidad, peso, autoridad y decisión para ocupar el puesto en la cumbre y que la alternativa a EE.UU. es, hoy por hoy, un planeta sin dirección.

Esa percepción contribuye a dar mayor trascendencia, si cabe, al último discurso de Obama. Aquí, el mensaje habitual del ocupante de La Moncloa, cuando se ve obligado a hablar de la crisis, es una mezcla de parábola evangélica y refranero chusco.

Les dice a los parados que no deben preocuparse, -¿acaso tejen los lirios del campo o siembran las avecillas del cielo?- y repite como un mantra que de esto vamos a salir.

El mito Obama se ha desinflado bastante y nadie cree ya que tenga poderes taumatúrgicos, pero el flamante ocupante de la Casa Blanca podría dar clases a nuestros dirigentes. No echa balones fuera.

Trata de convencer a los suyos, deprimidos como nunca, de que la crisis no les debe achicar el horizonte, porque ha llegado el momento de transformar el país, unirse y soñar. ¡Qué envidia!

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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