MADRID, 26 (OTR/PRESS)
¿Cuánto se juega Galicia y cuánto el País Vasco en las elecciones de este 1 de marzo? Son los ciudadanos los que tienen la palabra, los que van a decidir si el gobierno bipartito gallego y tripartito vasco han dado respuestas a los problemas de cada Comunidad.
En Galicia el socialista Pérez Touriño ha gobernado con las manos atadas por el Bloque Nacionalista Gallego. La realidad es que el Bloque ha «engordado» gracias a haber compartido gobierno con el PSOE. Lo que no estoy tan segura es que a los socialistas gallegos les haya beneficiado gobernar con el Bloque más allá de poder decir que Pérez Touriño ha sido presidente de la Xunta.
Las coaliciones son normales en cualquier democracia, pero no todas las coaliciones dan buenos resultados, y el problema que tienen los socialistas en algunas comunidades autónomas en que gobiernan con partidos nacionalistas es que éstos terminan imponiéndose y marcando las señas de identidad de esos gobiernos autonómicos de tal manera que los socialistas terminan pareciendo nacionalistas. Ha sucedido en Galicia, sucede en Cataluña y puede seguir sucediendo en Galicia si el electorado no da un voto claro y rotundo al PSOE.
Por otra parte las encuestas parecen indicar que las fuerzas están muy igualadas entre el PP y socialistas más Bloque. Pero así como el PSOE puede continuar gobernando con ayuda del Bloque, es evidente que para el PP no hay otra opción que la de obtener mayoría absoluta. Es decir que quién más se juega en estas elecciones es el PP porque la apuesta es o todo o nada.
Y como en medio de esta campaña están los casos de corrupción y despilfarro que afectan a ambos partidos, habrá que ver que efecto tienen en el electorado. Porque así como el PP está inmerso en el escándalo alrededor del personaje Francisco Correa y sus relaciones con militantes y cargos populares, los socialistas gallegos y sus amigos del Bloque están en el punto de mira por su escasa austeridad a la hora de gobernar.
Pero volvemos al principio, son los gallegos los que tienen la última palabra, los que van a decidir cómo quieren que sea el futuro inmediato. Yo diría que la suerte ya está echada.
