Antonio Casado – Algo en común.


MADRID, 2 (OTR/PRESS)

Los dirigentes nacionalistas vascos se rasgan las vestiduras en público ante la posibilidad de que el socialista Patxi López se convierta en lehendakari con el respaldo del PP y la UpD de Rosa Díez «¿Pero qué es lo que tienen en común»?, se preguntan. La pregunta es excelente para encarar el fondo de la cuestión a partir de una respuesta igual de simple. Lo que tienen en común es su compromiso en la defensa de la Constitución donde la Constitución está en peligro.

Se comprende que el argumento deje fríos a los dirigentes del PNV, presuntos perjudicados del muy probable cambio de marca política en el Gobierno de esta Comunidad Autónoma. Pero es perfectamente entendible y asimilable por la ciudadanía española, depositaria de la soberanía nacional, y por los dirigentes de los partidos políticos comprometidos con el vigente orden constitucional.

A saber: en el País Vasco está en juego algo más que un ocasional reparto de poder entre las distintas opciones electorales. Lo que aquí se ventila es nada más y nada menos que la supervivencia del Estado, sometido al tirón de un nacionalismo que lo pone en cuestión.

No es ningún secreto que el nacionalismo vasco, en sus distintas versiones, más moderadas o más radicales, pretende salirse de este orden jurídico-político e instalar a Euskadi en otro nuevo. A ser posible, propio, y siempre en base a un derecho a decidir que, por ser unilateral, tal y como se plantea aún en su versión más pacífica (plan Ibarretxe), no cabe en la Constitución.

En su versión abominable -nacionalismo vasco reñido con el Código Penal y el quinto mandamiento-, el reto es todavía más grave. Me refiero a ETA, que pertenece al paisaje de esta tierra desde hace más de cuarenta años. Cuando Rajoy decía en la noche del domingo aquello de «Ahora somos más fuertes contra el terrorismo», es evidente que no sólo estaba pensando en la cosecha electoral del PP, que pierde dos escaños, sino en el desplazamiento de las fuerzas nacionalistas por el avance electoral de las nacionales.

También este alineamiento contra el terrorismo de ETA es algo que tienen en común los partidos constitucionalistas que, según todos los pronósticos, van a hacer posible el fin del reinado nacionalista en el País Vasco después de treinta años. Y no se diga que eso será posible por el hachazo legal a las opciones representantes de la llamada izquierda abertzale porque el avance de Aralar es un clamoroso desmentido a quienes siguen diciendo que en Euskadi se ilegalizan las ideas.

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