MADRID, 3 (OTR/PRESS)
Lo único que parece claro es que el PSE-PSOE estará en el Gobierno de Euskadi. Lo problemático es si lo hará con el PNV o con el PP. En el primer supuesto, no podría ser con Patxi López como lehendakari, sino como vicelehendakari, lo que echa lejos esa posible fórmula de Gobierno de gran coalición o de gran transversalidad. A pesar de que quizá sería lo más conveniente para conseguir no sólo la pacificación sino la instalación de una fórmula muy eficaz para la distensión, el progreso y la lucha contra la crisis económica. Una fórmula contra el eslogan o la realidad de «Euskadi, una sociedad dividida». Durante doce años el Gobierno vasco fue de coalición peneuvista-socialista y las cosas funcionaron muy bien, hasta que el pacto de Lizarra se lo llevó por delante. Con un compromiso como el que lo hizo posible en 1986, tal vez la repetición de aquel binomio sería el mejor cauce para la normalización de una Comunidad y una sociedad que alguna vez tendrán que lograrla. Pero claro, Patxi López no sería el ehendakari, y eso no creo que entre en los cálculos de los socialistas y de Zapatero.
Pero para el presidente del Gobierno el tema sería muy interesante, pues así no se quedaría sin el apoyo del PNV en Madrid ni tendría que pasar por el ricino de un acuerdo político con el PP, acuerdo que no sería forzosamente de Gobierno pero que supondría la aceptación de un importante favor de quienes vienen siendo sus grandes verdugos desde hace cinco años. Visto el asunto desde otra perspectiva, también podría decirse que Zapatero tendría que negociar el apoyo sustitutivo en Madrid de CiU o que la votación pepera de la investidura de Patxi en Vitoria se podría producir de forma espontánea y desinteresada de los de Rajoy, como éstos han dicho o insinuado. Pero lo de CiU tendría su precio, y no pequeño, y lo del desinterés del PP no se lo cree nadie. Qué será que todas las elecciones terminan planteándole al PSOE situaciones harto difíciles o imposibles. No en el caso de Galicia, que han perdido y punto, pero sí en todos aquellos que exigen un acuerdo o un pacto.
